CRÓNICA

‘Angrois, en el olvido', la tragedia en documental

Esperanza Fernández y Susana Recouso charlan ante la estación (LAVANDEIRA JR.)
photo_camera Esperanza Fernández y Susana Recouso charlan ante la estación (LAVANDEIRA JR.)

El Centro Galego de Arte Contemporánea acogió el estreno del documental 'Angrois, en el olvido', que recoge testimonios de víctimas, sanitarios, policías y personas anónimas que colaboraron en el rescate

En una curva maldita, la de A Grandeira, el impacto de un tren Alvia acabó con muchas vidas, partió a la mitad otras tantas, dejó estampas que queman la retina y solo los que pelearon contra la adversidad saben del enorme sacrificio que supuso su hazaña ante un accidente con toda su crudeza y decibelios, con topetazo, llanto y muerte. 'Lentes Diverxentes' es el colectivo audiovisual que impulsa esta pieza, que en la noche de ayer se emitió en Compostela dentro del festival 'Cineuropa', y Susana Suárez, una de las portavoces, señaló que existía la necesidad de contar un siniestro que ha demostrado que al final "todos somos vulnerables, aunque estemos en el primer mundo".

Lo sabe la gallega Esperanza Fernández, una de las participantes en este documental, que en Angrois perdió a su padre y a su cuñada. A bordo de ese convoy viajaba también su hermano, que sufrió graves quemaduras y estuvo ingresado bastante tiempo en A Coruña.

"Nos plantearon la idea del vídeo y nos hicieron solo una pregunta. Empecé a contar lo que se me venía a la cabeza", relató, y mostró su estupefacción ante el hecho de que se quiera achacar al maquinista Francisco José Garzón Amo toda la responsabilidad, algo que a ella le molesta. Se intenta "pasar página", pero eso solo es posible para los damnificados, que han de ser tratados con verdad, reparación y justicia. Ella volvió a la 'zona cero', pero no así otras personas que no han podido, y no le extraña porque "cada vez que ves las vías es imposible que no venga a la cabeza" aquella fatídica noche del 24 de julio de 2013.

El portavoz de la plataforma 04155, Jesús Domínguez, recuerda en el vídeo que si te engañan "todo resulta más doloroso" y Laura del Moral coincide en que "al dolor que hemos tenido y que tenemos las víctimas se une también "la rabia de ver cómo impiden que se sepa la verdad".

Si a alguien molesta esta actitud es a Carlos Vázquez Padín, que no olvida cómo allí se dejó la vida su madre, una información que tuvo eco y que él no ha sido capaz de leer: "Tengo periódicos compra- dos de aquellos días que todavía no he leído". Celso González, otro de los afectados, lo corrobora: "Todo queda ahí en la mente. Para el resto de la vida, hay que digerirlo".

No obstante, es tarea harto complicada, incluso para los que son profesionales. El médico forense Benito López considera que "mucha gente piensa que nosotros es- tamos acostumbrados y no es cierto". Nunca había pasado por un accidente de más de seis víctimas, y por ello rememora aquello como una "situación dramática".

A la psiquiatra Chus García le tocó la dura circunstancia de ayudar con la información. Ella afirma que las personas tienen "cosas terribles y otras absolutamente estupendas", y por lo segundo aquel día quedó reconciliada con la humanidad.

Los policías Manuel Carballo y José Luis Vázquez se sintieron desbordados por la cantidad de muertos y no tuvieron otro remedio que separar los sentimientos del trabajo ante una "magnitud jamás vivida, algo terrible, muy duro".

Tati Romero y Checho González fueron dos de los héroes anónimos que instintivamente cooperaron, y él confiesa que todavía hoy tiene esa sensación de que fue con los ojos cerrados, "porque aunque los tenía abiertos, yo iba con ellos cerrados, y eres bombero, policía, médico...". Ella desearía "borrar" esa situación, pero si volviese a vivirla se comportaría igual.

Por Angrois toma voz uno de los vecinos, Anxo Puga, un hombre que no oculta que en este barrio compostelano, pegado a las vías, "hay una cicatriz, algo que simboliza lo que pasó. Eso es inevitable. No somos capaces de poner una cortina, esquivar lo que ahí pasó".

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