REPORTAJE

La tramoya del Circo del Sol

Circo del sol
photo_camera Uno de los números de la función "OVO" del Circo del Sol en su actuación en A Coruña.

​Medio centenar de artistas en el escenario y otros tantos técnicos cuidando hasta del lavado de los trajes hacen que el Circo del Sol asombre al espectador con la función "OVO" que ayer estrenó en el Coliseum de A Coruña.

Faltan siete horas para que el Circo del Sol levante el telón de su función "OVO" en el Coliseum de A Coruña. La excitación se palpa durante las cabriolas de preparación antes del estreno. "Estoy feliz por estar en A Coruña, me han dicho que el público español es el más cálido", comenta Kilian Mongey, un gimnasta de 24 años que perteneció al equipo nacional francés de tumbling hasta que lo reclutó el Circo del Sol hace tres años para "ver cumplido un sueño de niño". Actuar aquí es fantástico", corrobora Gerry Regitschnig, un payaso austriaco que lleva en la mayor productora teatral del planeta -unos 4.000 trabajadores, de los cuales 1.300 son artistas llegados de 50 nacionalidades diferentes- desde 1992 y en este espectáculo defiende el papel de mister Flippo. "Soy el jefe de la familia de insectos que viven una historia de amor con música 'brasileira', mucho colorido, espectaculares actuaciones en el trapecio y sorpresas". 

Su mundo se tambalea con la llegada de un extranjero que se enamora de la mariquita con el riesgo de que Flippo se apropie de su huevo, pero la cita horas antes del estreno no es para destripar la trama, sino para comprobar la tramoya de una compañía que desplazó hasta A Coruña 23 camiones, medio centenar de artistas y otros tantos técnicos de 24 países distintos para que el engranaje visual y sonoro fluya con la precisión de un trapecista y sorprenda como la contorsionista Aruna Bataa, natural de Mongolia pero criada en Brasil. Dejó colgada la carrera de derecho para alistarse en la aventura su vida porque sus amigos la convencieron de que enviase un vídeo a la compañía con sede en Montreal. "Lo hice y a los ocho meses me llamaron para trabajar y llevo casi 10 años. Su equilibrio apoyándose sólo con la boca es un momento que a nadie deja indiferente. Más dificultades pasó estos días cuando intentó desafiar con la tabla de surf el oleaje del Atlántico gallego. "El estado del mar no era el más adecuado", reconoce entre risas. 

Cada idea se sostiene con dos años de reflexión concienzuda antes de presentarla ante el público. Mientras los artistas continúan perfeccionando unos movimientos que ya parecen perfectos, a unos metros del escenario también giran un buen puñado de lavadoras. "Los trajes son tan delicados que nos traemos las lavadoras para lavarlos nosotros", explica Mar González. La responsable del vestuario es santanderina y la única española en esta función. Entre trajes zapatos y sombreros se encarga con otras tres compañeras de que más de más de mil piezas estén siempre a punto para salir a escena. "Cada artista viste dos trajes al día, tenemos otro de sustitución y duran unos seis meses", comenta al colgar en una percha la vestimenta que horas más tarde se enfundará el personaje del extranjero. El diseño está inspirado en los insectos a vista de microscopio. "Estoy deseando que empiece. Venimos de Francia, pero el público de aquí es más apasionado", insiste mister Flippo.


Una sesión más en la ciudad por la gran demanda del público gallego 


El Circo del Sol ha vuelto a Galicia por Navidad con su espectáculo "OVO" y el público gallego otra vez ha recibido a la mayor compañía teatral del mundo con entusiasmo. En el calendario estaban previstas doce funciones desde ayer, día del estreno, hasta el 30 de diciembre. Pero la demanda ha propiciado una sesión no programada inicialmente para el viernes 28 de diciembre. Así, en la tarde de los días 22, 23, 28, 29 y 30 realizarán dos funciones. La primera comienza a las 16.30 o 17.30 horas y la segunda a las 21 horas, excepto el domingo, día 30, que será a las 20 horas. El 26 y 27 de diciembre sólo hay una actuación a las 21 horas. 

El Circo del Sol fue fundado hace 34 años y ha actuado en más de 400 ciudades. Sus diferentes espectáculos que ruedan por el mundo han sido visto por más de 160 millones de espectadores. "Yo lo definiría como un show de circo rock and roll con las mejores acrobacias del mundo", afirma el payaso austriaco Gerry Regitschnig. El torrente de color, música, acrobacias y humor atrapa al público por el meneo sensitivo durante dos horas cargadas de fantasía.

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