ENTREVISTA

Manuel Gallego Jorreto: "¿Qué coño pinto yo como arquitecto estrella? A mí me da la risa"

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photo_camera Manuel Gallego Jorreto entre maquetas y planos en su estudio de A Coruña.

"Le agradezco que la entrevista sea en mi estudio, porque me paso todo el día en la exposición", confiesa Manuel Gallego

"Le agradezco que la entrevista sea en mi estudio, porque me paso todo el día en la exposición", confiesa Manuel Gallego Jorreto (O Carballiño, 1936), un arquitecto que ha levantado edificios de una delicadeza insobornable. La Fundación Barrié de A Coruña repasa hasta el próximo 10 de abril los grandes trabajos entre 1969 y 2015 de un genio de la arquitectura y de una humildad casi tan grande como su obra.

¿Si llega a saber el jaleo, se hubiese embarcado en esta muestra?

Pues la verdad es que lo hubiera pensado un poco más porque me ocupa mucho tiempo. Afortunadamente tengo un hueco porque hay poco trabajo. En otras condiciones hubiese sido imposible, aunque cuando uno se compromete a una cosa la lleva hasta el final. Pero no creí que fuera tanto (se ríe).

No tendrá trabajo porque no quiere...

No, no tengo trabajo porque no lo hay de arquitectura. Tengo poco trabajo, como todo el mundo.

¿Tan mal está el asunto o es un gremio pedigüeño?

Está muy mal. El 80% de los estudios están para dos o cerrados. Es un tema serio, la construcción se paró radicalmente. Hay algo de movimiento privado, cosas pequeñitas.

Usted es el comisario de la exposición, ¿aparecen las obras que más quiere?

Son las que han tenido más publicaciones y la gente conoce más, la que le han dado algún premio o las seleccionaron en algún libro. Elegí las que creí más representativas, pero podría meter otras cincuenta.

¿Y a todas se les quiere por igual?

Creo que sí porque en todas me jugué el tipo y fui a tope hasta el final. 

Calixto de Loira, ferrolano que diseño el cementerio de La Habana, dijo que estaba quedando tan bien que daban ganas de enterrarse en él. Murió a los pocos días y fue el primer inquilino. (Se ríe) Pues fue un hombre coherente, pero yo deseo

Allí me llamó la atención la arquitectura. Descubrí que era algo distinto a las casas que yo conocía. Me quedó el gusanillo y en el preuniversitario hice el de letras y el de ciencias pero al final me decidí por la arquitectura porque dibujaba bien y me gustaban las matemáticas. Fue así de simple.

¿Se lo digo porque que dan ganas de ponerse enfermo para ir al centro de salud de Viveiro?

Sé lo que es estar preocupado por la enfermedad de un pariente. El que acompaña al enfermo está intran- quilo y tiene que sentirse arropado para perder el miedo. Me agrada que le guste.

¿Qué recuerda de su infancia en O Carballiño ?

Poco. Salí muy niño para Ourense, después volví a O Carballiño varios veranos con unos tíos que tenían una casita. Tengo muchos recuerdos pero no de muy niño. En Ourense estu- ve hasta que era casi un mocito, ya que me fui en sexto curso al colegio Santa Irene de Vigo. Mientras tanto, mis amigos y mi vida eran Ourense. Mi niñez es ourensana.

¿Por qué se hace arquitecto? ¿No influyó la Iglesia de la VeraCruz que Antonio Palacios diseñó en O Carballiño?

No, no. Mi tío, Rafael Jorreto, aparejador municipal de Ourense, fue mi única relación con la arquitectura. Cuando estaba en Vigo hicimos un viaje de fin de bachillerato a Lisboa y allí me llamó la atención la arquitectura. Descubrí que era algo distinto a las casas que yo conocía. Me quedó el gusanillo y en el preuniversitario hice el de letras y el de ciencias pero al final me decidí por la arquitectura porque dibujaba bien y me gustaban las matemáticas. Fue así de simple. 

¿Existen los arquitectos estrella ?

El arquitecto estrella que se puso de moda es un producto de mercado. Existe el buen arquitecto y el mal arquitecto. Hay que dejarse de historias. Hay el arquitecto que sabe hacer propaganda, es utilizado por los políticos y pasa a ser una figura co- mo de Hollywood. En estos casos le fue bien durante mucho tiempo. Funcionó.

Usted nunca se ha subido a ese carro.

Hombre no. ¿Qué coño pinto ahí? A mí me da risa.

Pero es uno de los mejores arquitectos...

(Interrumpe) Déjate de historias. Soy un arquitecto al que le ha salido alguna cosa decente, o bien. Incluso hay alguna que te puede gustar mucho, pero yo no me atrevería a decir éste es mejor, éste es peor... También hay a los que no le interesa el tema y se dedica a construir y los que lo intentan y le sale regular o tienen peor suerte. A mí me salieron algunas cosas bien, pues bendito sea Dios. Ya está.

¿Qué principios han gobernado su vida?

Pues ser coherente con la forma de pensar y de vivir, sin que haya muchas contradicciones. Siempre hay alguna,peroseintentaqueseanlas menos posibles. Es una profesión que casi resultó obsesiva, aunque nunca la mezclé con la vida familiar o lo amigos. Hacer arquitectura fue mi diversión preferida.

Porque me gusta estar cerca del trabajo. Esto al principio era una razón, ahora ya no, pero como tenía trabajo aquí no se me ocurría perder el tiempo viajando. Yo me encierro en un trabajo que me encargan y se me olvida el mundo. 

¿Que a un arquitecto le encargen la residencia oficial del presidente de la Xunta debe de ser lo máximo?

Cuando me la encargaron me preocupó bastante porque no me gusta trabajar con natural dificultad y no quería cargarme una colina. También por cierta timidez, porque cerca del poder me gusta estar poco, prefiero permanecer a una prudente distancia. Al principio pensaba que iba a ser un follón y la verdad es que resultó cómodo. Es lo mismo hacer la casa para un presidente como para otro cualquiera. 

¿Por qué no ha salido de Galicia? 

Creo que fue como consecuencia de que me habían dado el Premio Nacional de Arquitectura y me llamaron para saber si quería hacer con otro colega la residencia del presidente. Es un encargo institucional, no de Manuel Fraga a Manuel Gallego. Yo fui a explicar al Parlamento la casa y se ha hecho con mucha cautela, siguiendo una serie de protocolos que son incómodos. Hacer estas cosas con tanta parafernalia por el medio dis- traen un poco. En cuanto me metí en el proyecto me olvidé y me alegro de haberla hecho.

Por esa cautela no aparecen los planos ni ninguna foto de la residencia privada... ¿Tiene piscina?

Maravillosa, es lo mejor de la casa. Está uno nadando y desde el agua contempla las torres de la catedral.

¿Fue idea de Fraga?

No, él quería que terminase a tiempo y que tuviese muchas estanterías para colocar libros y mesas de trabajo. Fue lo único que me pidió y eso que me habían dicho lo contrario.

Fue Premio Nacional de Arquitectura en 1997 por el Museo de Bellas Artes de A Coruña. ¿De qué obra se siente más orgulloso?

No me siento especialmente de ninguna. No puedo anteponer una. A mí el Museo de Arte Sacro de A Coruña me gusta mucho porque es una suerte hacer una cosa tan pequeña y con tanta intensidad. Estoy contento con la lonja de Lira, con mi refugio familiar de Corrubedo... Mire, de las últimas estaba muy ilusionado con el Museo del Papel de O Carballiño, pero son proyectos que duran doce o quince años de trabajo, están a punto y no salen. Y se quedó ahí. Un campo de fútbol en Lira, el Museo de Massó o un proyecto en el Campus de Ourense son los proyectos que más interés tenía. En el campus hice un edificio de oficinas para atención al estudiante que creo que es de las cosas mejores que he hecho. Al final, con proyecto entregado para empezar se quedó ahí. Incluso de noche me acuerdo de lo que no pude llevar adelante porque son años de trabajo.

Su hijo, que también es del gremio, llegó a defender el feísmo como corriente arquitectónica. Yo al feísmo no le llamó así. ¿Quién dice qué es feísmo; un tío que sabe más? ¿Y el 'bonitismo'?

A mí el feísmo a veces me gusta y me divierte. Saltarse las reglas del juego en estética es fundamental.

No ganó el concurso de la Ciudad de la Cultura. ¿Qué le parece?

Me faltan datos. Es una obra que tiene una arquitectura que me interesa poco de un arquitecto interesante. Tendría que ser más pequeña y controlada. 

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