REPORTAJE

El trabajo, fuente de salud

La tercera edad no es sinónimo de placentero descanso para un grupo de veteranos gallegos que continúan al pie del cañón en sus respectivos trabajos

Xesús Alonso Montero, Ramiro Carregal, Jorge Castillo, Baldomero Pestana, Xerardo Fernández Albor y Manuel Sánchez Salorio coinciden en que son gallegos y en que todos, tras doblar el mapa, mantienen actividad laboral, ya sea en el ámbito político, el cultural o el empresarial. La denominada 'tercera edad' se presenta, en ocasiones, como una etapa de involución y no de desarrollo o de continuación del ser humano que se ha de regir por la máxima de que la clave está en la autenticidad o aquella de que la capacidad de hacer y la innovación no se limitan a ser un predicado de la juventud.

Esta fase vital suele relacionarse con una edad concreta, la que confiere el ciclo asociado y vinculado a la jubilación, unas veces anhelada, otras repudiada. Llegados a este punto, la pregunta es una: ¿Percibir una paga es sinónimo de vejez?"

Todos los protagonistas consultados de esta historia tienen una respuesta. Para ellos la edad es una cifra que se refleja en su DNI, pero no es lo que importa, puesto que lo que les interesa son esos granitos de arena que continúan aportando a la sociedad.

El empresario Ramiro Carregal, con 87 años, tiene un récord en cotización: 71, y "en aumento". Él mismo lo confiesa: "Yo voy a trabajar hasta que Dios me lo permita. No encuentro razón alguna para retirarme". En su trayectoria suma 44 distinciones y otros tantos amigos "de verdad", y este hombre vitalista, un auténtico dandy, como muestran su atuendo y sus formas, puede presumir de no haber tenido jamás una baja laboral, ni por accidente ni por enfermedad. En su vida solo hay un problema, los fines de semana, cuando el aburrimiento asoma. ¿Por qué? Porque le gusta más trabajar que descansar.

Jorge Castillo, nacido en Pontevedra en 1933, lleva más de siete décadas, pincel y carbón en mano, retratando e ilustrando una realidad diaria "con la misma ilusión que al principio, o incluso más". Un "verdadero artista", defiende con su naturaleza amable y expansiva, "nace y muere artista, con todos los problemas que eso conlleva".

Su caso es un ejemplo que así lo prueba. En Suecia, donde ha estado trabajando hasta fechas recientes, aguantó a la intemperie temperaturas de hasta veinte grados bajo cero. Todo por el arte, que "tiene mil argumentos, satisfacciones y atracciones que me impulsan a seguir".

Este mundo de lienzos, brochas, libros y fotografías lo conoce bien Baldomero Pestana (Lugo, 1918) que tiene dos metas: llegar al "Renacimiento", muestra de sus constantes guiños a la ironía, y "cumplir muchos más años" porque sigue siendo "inocente"pues nació un 28 de diciembre.

El arte inspira, e "inspiración y respiración" no le faltan tampoco al vigués Luis Torras, que, con más de un siglo a sus espaldas, continúa creando a diario, como hace desde que tenía doce años. "Lo que piense el público me trae sin cuidado", dice con humildad alguien que ya se ha ganado el derecho a pintar para sí mismo con la única intención de crear belleza. ¿Su secreto? "Quizás haberlas pasado canutas" durante una juventud en la que la facilidad no parecía tener cabida o, por lo menos, no terminaba de hallar su lugar.

Cerca del cambio de prefijo, de los 100, el primer presidente autonómico, Xerardo Fernández Albor, un histórico político y médico, intenta mantener sus tareas como si tuviese "40 ó 50", al igual que un "chaval".

El presidente de la Real Academia Galega (RAG), Xesús Alonso Montero, ilustra, como los anteriores, que la edad, como mucho, se refleja en alguna "muesca", otra manera de referirse a las arrugas. Oriundo de Vigo, a sus casi 86, tiene, "entre otras", una aspiración por cumplir: "Ser presidente de la Tercera República".

Él mismo recuerda a otro activo de esta generación, un doctor que sigue ejerciendo, el oftalmólogo Manuel Sánchez Salorio, algo "más joven", de 84 años, y, como Alonso Montero, un erudito devoto del sarcasmo que recurre con frecuencia a frases célebres para referirse a su vida y a su trabajo. Lecciones vitales como: 'Al viejo se le cae el diente, pero no la simiente', 'El hombre experimentado, es hombre viejo pero no cansado' o 'El joven conoce las reglas, pero el viejo las excepciones'.

Para esta generación de 'veteranos' gallegos, de auténticos cerebros activos, no hay una receta, una fórmula mágica, ni una prescripción genérica. Salvo, quizás, la que canta Joaquín Sabina en su celebrado 'Pastillas para no soñar': "Si lo que quieres es vivir cien años, no pruebes los licores del placer". Aunque, quizás, tampoco esto sea un impedimento.

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