REPORTAJE

Vivir en una casa de los horrores de Vigo

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photo_camera Una vista de María Berdiales, donde se encuentra el piso en el que mataron a Sara Alonso en 2004.

Más de una decena de crímenes ocurridos en la ciudad fueron bautizados con el nombre de la calle donde se produjeron, la gran mayoría en viviendas que tratan de superar el estigma con nuevos inquilinos

Torrecedeira, Chile, Oporto, Teis, Fragoso o López de Neira, son sólo algunas de las calles que en un momento de la crónica negra de la ciudad han ido aparejadas a un crimen. Años después, algunas de las viviendas donde se registraron los asesinatos más violentos han sido ocupadas por nuevos inquilinos, mientras que otras,  debido a la brutalidad de los hechos y a la marca que dejaron han encontrado obstáculos por parte de sus propietarios para introducirlos en el mercado inmobiliario.

“En alguna ocasión hemos notado ciertas reticencias por parte del  comprador por ejemplo en los antiguos pisos de Fenosa en Travesía por los episodios de reyertas años atrás”, explican desde la inmobiliaria Centro.  Aseguran que el hecho de que en una vivienda se haya producido un hecho  sangriento no supone necesariamente una rebaja en el precio ya que no siempre se es conocedor del mismo. En otros casos, la extrema difusión del suceso impide al comprador esquivar estos hechos. Citan el cuadruple crimen en un chalé de Nigrán, en Priegue, en 1994. Dos policías mataron allí a un empresario, su mujer, su hija y la empleada. 
“Sabemos que estuvo a la venta y que llegó a rebajarse el precio”, aseguran.

David Varo, de Inmobiliaria Guitián, explica que “habitualmente si el inmueble es muy conocido sólo se interesan personas a las que realmente no les importa vivir allí”. Asegura que “en España no hay obligación de especificar al cliente este tipo de circunstancias y seguramente en algunos casos ni siquiera nosotros lo hemos sabido”.

Como agente especializado tuvo al menos que vender dos viviendas en Vigo con estas características, “no se logró cerrar las operaciones pero en ninguno de los casos tuvo nada que ver lo que en ellas ocurrió”.

Junto al cuadruple crimen de Nigrán, el doble asesinato de la calle Oporto es otro de los que la sociedad viguesa tardará en olvidar.  El asesino asestó 57 puñaladas a dos jóvenes en un ático y después prendió fuego.

En la actualidad, el piso, cuyos dueños viven fuera de Vigo, está vacío pero tuvo varios inquilinos justo después de los hechos.  Entre ellos, curiosamente un matrimonio afectado por la explosión en la calle San Salvador provocada por un inquilino que falleció. “Es algo que no me influye”, explica  un vecino de la misma planta  e hijo del matrimonio que llegó ocupar dicho piso. “Mis padres vinieron aquí porque yo sabía que estaba libre y así estaban cerca, no les importó lo que pasó”, relata y asegura que desde 2006 que sucedieron los hechos, “ha habido varios inquilinos” y eso a pesar de que  el suceso todavía en ocasiones se comenta en el  vecindario. 

En la calle María Bardiales  el edificio donde ocurrió el crimen de la joven de As Neves, Sara Alonso, cuyo cadáver permaneció escondido en el piso hasta su ocultación en Cabo Estai, hace años que recuperó la normalidad. El suceso, de 2004 apenas es recordado por los nuevos inquilinos, “ni idea”, explican algunos vecinos de la zona que aseguran que la mayoría llevan allí poco tiempo.  “Me acuerdo del caso pero fue hace mucho”, dicen.

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