Logros como cerca de 200 conciertos en año y medio, el premio MTV al mejor artista español de 2013 y un número 1 directo en ventas con su anterior disco dan cuenta del estado de forma de la "boy-band" nacional más exitosa de toda la historia, Auryn, que regresa con nuevo disco
"No somos pretenciosos" o "somos normalitos" son las consignas que durante su entrevista en Madrid con EFE, repiten con insistencia aún hoy estos cinco jóvenes amigos, como cuando "quedaban para cantar" antes de lanzar por su cuenta y riesgo su primer disco, "Endless Road 7058" (2011), a partir del cual ficharon por una gran discográfica y el fenómeno se disparó.
"Circus Avenue" (Warner Music), que se pone mañana a la venta, es su tercera apuesta. Con el título quieren establecer un paralelismo con el espectáculo del circo y con la amalgama de perfiles y edades que, al ir madurando, concita su música, aunque su principal granero de seguidores siga estando por debajo de los 20 años.
"Hay que saber a qué público te diriges y es muy importante no subestimarlo, porque el público juvenil es igual de exigente o más que el resto. La fórmula del éxito es ser tú mismo y no medirlo todo tanto", defiende Carlos Marco, integrante del grupo junto a Álvaro Gango, Blas Cantó, Dani Fernández y David Lafuente.
En su nuevo trabajo, en el que repiten la producción de Tony Sánchez-Ohlsson y la colaboración en alguna composición de Xabi San Martín, de La Oreja de Van Gogh, dicen que se notan los años y la experiencia acumulada, por ellos y por sus seguidores.
"Es un reflejo de los últimos cuatro años vividos, es nuestro disco más compacto, el que más nos define, con el sonido más fuerte y más eficaz", opinan sobre un álbum en el que han coincidido con colaboradores de bandas adolescentes de éxito, como One Direction o Little Mix.
Se estrenan con "Puppeteer", tema sobre una titiritera o marionetista con un influencia más sentimental que musical, ya que defienden que nadie ha intentado nunca dirigir los hilos de su carrera.
"Pisamos el camino que queremos recorrer e intentamos tener nuestra propia personalidad", aseguran ellos, que se consideran una banda masculina "peculiar" por el control que ejercen sobre su trabajo, siempre sometido a un estricto régimen de democracia interna, aunque mantengan una "actitud favorable a las propuestas".
Así, por ejemplo, ven como algo natural su nueva imagen, un poco más agresiva, en la que han cambiado las beisboleras y las chaquetas "preppy" de internado británico por los "piercings", aunque por dentro sigan siendo los mismos chicos buenos de siempre y descarten entregarse al sensacionalismo de algunos colegas estadounidenses.
"No nos gustan las polémicas ni los follones", confirman.
El idioma del primer sencillo, el inglés, vuelve a ser el principal vehículo de sus canciones (de hecho solo hay dos pistas extra en castellano).
"El pop que cantamos no se puede hacer en otro idioma porque queda muy raro", sentencian.
Ninguna "boy-band" española ha conseguido nunca lo que ellos. Dejaron fuera de competición al todopoderoso Pablo Alborán en la carrera por el premio MTV al mejor artista español y en la salida al mercado de "Antihéroes" (2013), en plena Semana Santa, batieron a Depeche Mode en la lucha por el número 1.
"Se nos ponen los pelos de punta cuando nos dicen esas cosas", reconoce David Lafuente.
El 19 de diciembre darán otro paso importante en su carrera con el primer concierto como únicos protagonistas en el Palacio de los Deportes de Madrid, para el que preparan un espectáculo que "marque un antes y un después, algo que nunca antes se ha hecho en España" y en el que se están dejando todo, "la VISA incluida".
