Los años 80 fueron tan fantásticos como extraños en el mundo de la televisión. Cualquier idea valía siempre que cumpliera una premisa: la de entretener
LOS AÑOS 80 fueron tan fantásticos como extraños en el mundo de la televisión. Cualquier idea valía siempre que cumpliera una premisa: la de entretener. Daba igual que un coche hablase, que un profesor volara con un traje cutre de Supermán o que militares y mercenarios intercambiasen cientos de disparos y nunca falleciese nadie.
En ese caldo de cultivo nació ALF (1986), una serie emitida por TVE en 1988, y que supuso una vuelta de tuerca a la idea original de la película E.T. (1982): ver cómo un extraterrestre con una personalidad egoísta y cínica, pero también con un corazón entrañable, reacciona ante la vida y problemas de una familia media norteamericana.
Los excelentes diálogos y la inconfundible voz y risa del truhán alienígena (doblado por Eduardo Moreno) marcaron el éxito de una serie de 102 episodios que supuso uno de los proyectos técnicos más complejos de la televisión de aquella época.
