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“Alien, el octavo pasajero”, el principio de la saga

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La cinta abrió un camino nuevo en el género apoyado en la estética gótica de H.R. Giger

Esta semana se estrena “Alien Covenant”, de Ridley Scott, la octava entrega de una saga mítica. Es, por tanto, un buen momento para recordar la cinta que lo inició todo: “Alien, el octavo pasajero”, una película también dirigida por el mayor de los Scott y que ya ha subido al Olimpo de las grandes películas de la historia del cine.

La película se estrenó en 1979. Dos años antes se había estrenado “Encuentros en la tercera fase”, de Steven Spielberg y “La guerra de las galaxias”, cintas que revolucionaron el género. Era, por tanto, un momento de renacimiento del género de ciencia ficción desde una vertiente más aventurera.

Cuando se puso en marcha el proyecto, los productores pensaban en hacer una cinta de ciencia ficción de serie B. Fue el propio Scott, enamorado del guión de Dan O'Bannon, el que les convenció de hacer algo que fuera más allá y combinará terror y ciencia ficción.

Alien es la criatura de H.R. Giger. Dan O’Bannon, fue el que sugirió a Ridley Scott que el octavo pasajero sólo podría ser creado por Giger, al que descubrió a partir de los dibujos de la serie gráfica “Necronom”, que Giger había hecho en 1977, basándose en el famoso relato “Necronomicom”, del escritor norteamericano H.P. Lovecraft, a quien admiraba. En uno de los dibujos, por cierto, aparecía la criatura que se haría mundialmente famosa.

Una de las aportaciones más brillantes de la cinta es que una vez diseñado este monstruo tan aterrador, Scott  lo ocultó la mayor parte del metraje mostrándolo solo en los momentos de máxima tensión. El miedo a lo desconocido se sobreponía a lo evidente y visible. De ahí la importancia de la mítica escena en la que la criatura atraviesa las entrañas de John Hurt, rodada con precisión y con un efectismo que desconocían incluso los actores en busca de un mayor realismo.

Scott apostó en Alien por una estética tétrica y oscura, más realista, casi gótica y sobre todo alejada de la claridad de “2001: Una odisea del espacio”. Un estilo que ha influido en el cine posterior, desde “Atmósfera 0” hasta las más recientes “Interstellar” o “Moon”.

Por último destacar el papel de Sigourney Weaver que creó  una teniente Ripley intrépida, fuerte y con personalidad y carisma, algo poco usual en los personajes femeninos de la época.

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