Cualquier ciudad que se precie luce, en buena parte de sus barrios este tipo de elementos, la mayoría situados en lugares con excelentes vistas
En los últimos años, las administraciones públicas se han involucrado -en opinión de algunos, entrometido- en el fomento del deporte entre los españoles. Con más o menos acierto, con más o menos conocimiento de lo que requiere esta práctica y de lo que supone para las arcas sufragadas por los sufridos contribuyentes
Una de ellas son las “zonas biosaludables”, bautizadas así por algún genio de la mercadotecnica. A saber, una serie de aparatos instalados en zonas al aire libre, para uso y disfrute gratuito e ininterrumpido de los ciudadanos, en especial los de mayor edad.
Cualquier ciudad que se precie luce, en buena parte de sus barrios este tipo de elementos, la mayoría situados en lugares con excelentes vistas.
EL CIELO SOBRE NUESTRAS CABEZAS
Aquí reside la primera de nuestras dudas con respecto a estos artilugios. Algún entendido en diseño ecosostenible colocó estos aparatos en sitios al descubierto. Conocido el estupendo clima ourensano, es fácil deducir que el usuario se empapará durante el monzón otoñal y terminará como un pollo frito durante el largo, cálido e incendiario verano. Ni los sufridos habitantes, ni el material -aunque mejoren su calidad- soportan las inclemencias del tiempo. A este hándicap añadan la exquisita educación de algunos cazurros, empeñados en pintar y destrozar todo lo que encuentran a su paso en nuestra ciudad.
SÓLOS ANTE EL PELIGRO
Pero no es la situación, ni el clima, ni el vandalismo lo que más nos preocupa. El mayor problema salta a la vista al pasar por alguna de estas zonas y ver a un sexagenario a punto de abrir en canal sus caderas en una elíptica varias tallas superior a su altura. Eso sí, impecable vestido. O a una señora realizando unos giros de cintura sobre un utensilio ya descartado por la Santa Inquisión, quien suponemos buscará su estómago entre talto revoltijo al llegar a casa.
Si ya es un problema una sala de Fitness sin un profesional ¡Imaginen un parque público, repleto de gente mayor! ¿Aparatos Biosaludables? Lo extraño es que regresen vivos a casa. Deberíamos denominarlos ‘Biolesionables’. Los médicos y rehabilitadores se frotan las manos. Algún dentista, también.
