LA REVISTA

El bogavante o cuando lo caro es peor que lo barato

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photo_camera El bogabante solo se puede capturar los meses de julio y agosto en Galicia

Es la única especie de crústaceo en la que se da la regla de que a peor calidad, mayor precio

Los traductores de los Simpson  se ve que no comen marisco, porque en el capítulo "Lisa obtiene una matrícula", uno de los mejores de esta fantástica serie (capítulo 7 de la temporada 10), cuando Hommer Simpson se dedica a criar a su "Tenacitas", dicen que es una langosta. Y las langostas, ni siquiera las americanas, tienen tenazas. Es un bogavante. El de la serie de dibujos animados es un  Homarus Americanus, de color más parduzco, a veces con irisaciones verdosas. Lo encontraremos en pescaderías de grandes áreas a precios supuestamente económicos. una pieza 9 ó 10 euros. Pero pesan 300 gramos, así que al final cuestan más de 30 euros el kilo, frente a los bogavantes europeos, de color inconfundiblemente azulado que en verano puede llegar a bajar hasta 20 euros el kilo. Ahora está entre 24 y 28.

Los que veremos estos días en las pescaderías y en la plaza son mayoritariamente de Escocia e Irlanda. El gallego ya está en veda, pues solo se puede capturar en los meses de julio y agosto. Al contrario de lo que sucede con la centolla y con la nécora, entre el gallego y sus hermanos de las otras hijas de Breogán no hay mucha diferencia de sabor.
Nuestro bogavante, el Homarus Gammarus,  es un artrópodo crustáceo del orden de los decápodos, es decir que posee diez extremidades, dos de ellas son grandes pinzas que a él le sirven para atrapar y quebrantar a sus presas y a nosotros para hacer buenos arroces, salpicones  y ensaladas. Al bogavante se le llama también lumbrigante  o lubrigante, su denominación gallega, y lagavante en Portugal, donde también le profesan una alta estima.

Los ejemplares entre medio y un kilo son los más habituales en el mercado. Sin embargo puede alcanzar tamaños sorprendentes. Entre 30 centímetros y medio metro de longitud y varios kilos de peso. Las aguas exteriores de las rías gallegas les resultan excepcionales para vivir por su dieta y por la temperatura ya que no soportan vivir por debajo de los cinco grados ni por encima de los 20, circunstancia que los obliga a emigrar. De lo contrario, son bastante apegados a su área de residencia.

Dicen que la mejor manera de estropear un bogavante es hacerlo con arroz. Una opinión que comparto, porque su carne queda sin sustancia, pero el arroz sabe a gloria. Cocido y convertido en salpicón o en una ensalada es donde expresa mejor sus mágníficas cualidades gastronómicas. 

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