La buena educación, en casa y también en el gimnasio

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photo_camera Un monitor ayuda a un usuario de un gimnasio ourensano.

Los padres deben prestar atención al comportamiento deportivo de sus hijos para prevenir cualquier tiempo de lesión

Resulta muy difícil refutar que la educación que nuestros padres nos dieron supera en muchos aspectos a la actual, pese a que ahora vivimos en una democracia, disfrutamos de gran libertad y de todas las posibilidades para la formación en cualquier ámbito. Aquella educación se gestaba en casa.

La autoridad del profesor era indiscutible y cualquier ayuda -o colleja- de un vecino o amigo de la familia siempre eran bien recibidos y agradecidos. ¡Igual que ahora!

Siempre hay esperanza

Pese al relajado y proteccionista ambiente familiar, existen padres implicados en todo lo que atañe la formación de sus hijos. Padres convencidos de que una educación relativamente austera, forjada en el esfuerzo, el sacrificio, la humildad y el conocimiento serán más válidos para el futuro que la complaciencia, la queja permanente y la mediocridad.

Cuando los hijos de estos padres, por propia iniciativa o por secundar a sus amigos, pretenden apuntarse a un gimnasio, ellos procuran informarse del quién, cuándo, dónde y el porqué de las cosas.

Y hacen muy bien. Como ya escribimos en un anterior artículo, el ejercicio físico en la adolescencia  y la niñez es un pilar imprescindible para la salud y el bienestar futuro. Además de una fuente de buenas amistades para toda la vida. Y toda una escuela.

No vale cualquier cosa

Una vez de acuerdo en el fondo, la cuestión más importante será la forma. Dejar a nuestros hijos asistir con o sin colegas a un lugar sin atención a su ejercicio ni a su comportamiento, terminará en una competición de levantamiento de peso y burradas varias, con riesgo de lesión, nula formación física y gran molestia al resto de usuarios. Todo lo contrario que necesitan los jóvenes, inseguros y muy influenciados por todo tipo de tendencias, productos y adicciones.

Si los padres apuestan por un centro con atención personal y buen ambiente, con profesionales titulados y expertos en tratar con jóvenes, evitarán muchos y nuevos problemas. El entrenador será una prolongación más de la familia, implicado en ese largo, complejo y apasionante proceso de forjar el carácter de las generaciones venideras. Elijan bien.

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