DE LA TIERRA

La cidra, el sabor más dulce de las calabazas

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Las calabazas tienen su lado dulce y la cidra, de la que se elabora el cabello de Ángel es su máximo exponente. Su cultivo, para consumo propio está presente en toda Galicia

El cabellito de ángel  es uno de los rellenos más populares de la dulcería tradicional. Y no hay que irse hasta las ensaimadas de  Mallorca. La tarta de Mondoñedo y muchos pasteles de las mariñas lucenses lo llevan. A ello hay que añadir tartaletas, timbales de hojaldre, empanadillas, bayonesas... 

El cabello de ángel se obtiene de una calabaza de aspecto compacto, ligeramente oblongo, con un color jaspeado entre verde y blanco o claro. Es la calabaza cidra, que nuestros vecinos portugueses llaman abóbora chila y en algunos países de la América del Sur, conocen como  cayote. Picadillo las llama cayotas. Los ingleses conocen como malabar (Malabar gourd). Es un fenómeno muy parecido al pavo que mientras en Galicia y Portugal se le llama Perú, recordando su origen americano, los ingleses, un tanto despistados lo llaman turkey, como si procediese de dicho país. La calabaza malabar probablemente llegó a las mesas británicas desde la costa malabar, en la India. Pero después de haber llegado allí de América. Argentina y México se disputan su origen primigenio aunque está presente practicamente en todo el continente. Allí donde el clima es tropical, se trata de una planta perenne, como el tomate. Pero al llegar a estas tierras se convirtió en una planta anual.

El cultivo

La calabaza cidra se siembra cuando pasan los últimos fríos del invierno, que por lo general suelen demorarse hasta las primeras semanas de la primavera (no hay más que ver el mapa del tiempo de estos días). No son muy exigentes en cuanto a las condiciones del suelo aunque prefieren que no sean demasiado pesados, demasiado compactos, porque eso dificulta el crecimiento radicular y además, impide una buena aportación hídrica regular que es la clave, junto con una temperatura alta en verano, mejor incluso cuando supera los treinta grados, para que los ejemplares salgan de buen tamaño y su pulpa se encuentre en ese punto que luego, tras pasar por la cocina, se convierte en el dulce cabello.

Las calabazas cidra se recolectan con la llegada del otoño y se pueden conservar en lugar seco y fresco durante unos cuantos meses sin que se deteriore.

Las cidras se cultivan casi exclusivamente para la obtención del cabello de ángel y de manera más colateral, para la producción de mermelada. 

La elaboración de esta conserva  de forma casera permitía disponer de un ingrediente dulce, altamente energético y con un interesante catálogo de minerales y oligoelementos buenos para la salud pero sin abusar por su excesivo contenido en azúcar.

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