LA REVISTA

Coimbra: el influjo de la melancolía

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photo_camera En la parte más cultural de Coimbra está la Torre de la Universidad.

La ciudad de Coimbra posee una vitalidad propia como resultado de un pasado plagado de hechos relevantes y de los recuerdos de miles de portugueses

En ocasiones no es necesario hacer un largo viaje para descubrir rincones de gran belleza. Una de las propuesta que se señalan a continuación es Coimbra, en la vecina Portugal. Como en todo Portugal, esta milenaria ciudad ubicada a orillas del río Mondego, emana melancolía. La importancia de su Universidad, una de las más antiguas de Europa, y su vasto patrimonio cultural, fruto del asentamiento de los distintos pueblos que dejaron su impronta en los innumerables monumentos que salpican el núcleo urbano, ejercen sobre el visitante un poderoso influjo.  

Tal y como señalan en tusdestinos.net, la ciudad de Coimbra posee una vitalidad propia como resultado de un pasado plagado de hechos relevantes y de los recuerdos de miles de portugueses que, todavía hoy, repartidos por todo el país o más allá de sus fronteras, añoran aquellos años de juventud vividos en ella mientras cursaban sus estudios universitarios. Tiempos de despreocupación, de festejos, de ilusiones y de esperanza, que aún permanecen en cada uno de los rincones de Coimbra y que el viajero que la recorre acaba sintiendo como propios.

La parte alta de la ciudad, rematada por la reconocible silueta de la Torre de la Universidad, representa la vertiente más cultural de Coimbra, donde se respira el juvenil ambiente de la vida académica y se conservan algunas de las construcciones más antiguas, como el Criptopórtico romano, la Catedral Vieja o la Iglesia de San Antonio de los Olivares. Recorrer las empinadas calles de la parte alta es todo un reto para el equilibrio, y las casas y antiguas residencias universitarias parecen ir descolgándose de la cima de la colina en un descenso imposible.


Sobre el margen derecho del río Mondego se asienta la parte baja de la ciudad, a la que se accede cruzando el Arco de Almedina. Allí, el bullicio de los mercados y restaurantes refleja el carácter más comercial de Coimbra, y pueden contemplarse verdaderas obras de arte como el Monasterio de la Santa Cruz.


Dentro del amplio programa de acontecimientos culturales que la ciudad ofrece a sus visitantes durante todo el año hay una expresión artística que predomina sobre las demás: el fado, que permanece inexorablemente ligado a la historia de Coimbra, y que está conectado a las tradiciones académicas de la Universidad. Tanto los cantantes como los músicos, que siempre son varones, lucen la tradicional ‘capa y batina’ de color negro, y sus letras hacen referencia a amores estudiantiles o a la ciudad, envolviendo de melancolía los escenarios donde se interpretan.

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