LA REVISTA

La crónica gastronómica desde O Gastrobar O Birrán

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photo_camera Bajo los soportales, al lado de la iglesia de la Magdalena.

O Birrán dispone de barra, un pequeño comedor y la posibilidad de comer bajo los soportales de la plaza y se encuentra al lado de la Iglesia de la Magdalena en Ribadavia

Al lado de la iglesia de la Magdalena, donde todos los años se realizan las catas populares de la Feria del Vino del Ribeiro, se encuentra este pequeño gastrobar. O Birrán dispone de barra, un pequeño comedor y la posibilidad de comer bajo los soportales de la plaza. En otras ocasiones, tal vez porque era invierno, utilicé el comedor. Pero este último día que fui, me quedé en los soportales. Y eso que la tormenta amenazaba de vez en cuando con arrojar rayos y centellas sobre mí.

Como casi siempre, éramos dos a comer y decidimos prescindir de las raciones y compartir cuatro tapas: pimientos rellenos del piquillo, tosta de broa con bonito, patatas ó Birrán y fritura de bacalao. Anticipo que en otras ocasiones ya había probado algunas de sus especialidades como el pulpo con tetilla (12,50 euros) el Queso de Arzúa al gratin (6) o el meloso de carrillera con vino tinto del Ribeiro . Tengo que decir que hasta ahora mi experiencia había sido siempre muy satisfactoria. 

Con respecto a las tapas, las encontré muy ajustadas de precio. Tanto es así que por poco menos de 18 euros salieron las cuatro tapas, las cañas de cerveza y el pan. Tapas lo suficientemente generosas como para que con esas cuatro quedásemos satisfechos en cuanto a la cantidad. 

De las tres que comí, porque prescindí de los pimientos rellenos, las patatas O Birrán me parecieron graciosas: fritas con un aceite de pimentón y acompañadas con un ali oli que yo consideré demasiado suave. Le faltaba ajo. Las frituras de bacalao estaban muy saladas. Desde mi punto de vista, un fallo. En cambio, la tosta de broa con bonito sobre una base de escalibada me pareció magnífica. 

Así que, en general, gana la aprobación, pese a las frituras de bacalao y a los pimientos del piquillo, que tenían más queso que relleno, por los antecedentes de otras comidas más positivas y porque, como siempre, la atención se desarrolló de manera tan amable y diligente como de costumbre.

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