Derechos de autor e internet: el debate sigue abierto

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La cantante norteamericana, Taylor Swift, se negó a que Apple utilizara sus canciones de manera gratuita, y Apple en menos de 24 horas cambió por completo su política hacia los autores

La reciente crítica de Taylor Swift a Apple , que provocó que la compañía diese marcha atrás a la idea inicial de no pagar a los artistas durante el plazo de prueba en su nueva plataforma de distribución de canciones, pone en tela de juicio muchas de las ideas preconcebidas que tanto la industria como los usuarios tienen sobre quién detenta realmente el poder sobre los derechos de internet.
La cantante norteamericana se negó a que Apple utilizara sus canciones de manera gratuita, y Apple en menos de 24 horas cambió por completo su política hacia los autores, pagándoles a partir de ahora desde el primer momento, independientemente de que los usuarios estén en periodo de prueba sin coste alguno.


La primera conclusión del conflicto es muy positiva para los autores, ya que  demuestran que en estos momentos tienen la posición de fuerza frente a las plataformas de distribución, algo que hace años era inconcebible, cuando las editoras de CD y las cadenas de radio imponían sus condiciones como medios exclusivos de  publicación.
La segunda conclusión es también positiva para la postura del consumidor: las grandes compañías, al no poder imponer su criterio, están dispuestas a dialogar. Esto permite que los usuarios dispongan de una mayor cantidad de posibilidades a la hora de elegir contenidos, ya que distribuidores y creadores están obligados a llegar a acuerdos, manteniendo un equilibrio que antes de la llegada de las plataformas digitales era prácticamente imposible.


Por último, hay una tercera conclusión que pone de manifiesto el cambio de ciclo que afronta a día de hoy internet: la normalidad por pago por los contenidos. Hasta hace unos años la idea del internet "gratuito", es decir, el acceso sin pagar a todo tipo de contenidos, incluso por vías que vulneraban en algunos casoslos derechos de autor e industriales, parecen pasar a mejor vida.
Al igual que los artistas, sobre todo los más noveles,  están abandonando progresivamente La idea de dejar gratuitamente sus obras en internet a cambio de promoción, los usuarios están cada vez más dispuestos a pagar para obtener esos contenidos y un servicio de calidad. Netflix, Spotify o iTunes han sido pioneros en esa idea, y la industria ha sabido adaptarse, a veces con dificultad, a ajustar precios para conseguir un gran volumen de usuarios, que suelen ser fieles a estos servicios una vez dados de alta.

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