MITÓMANOS

Dos emperatrices romanas víctimas y verdugos

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Mesalina y Sabina Popea fueron emperatrices durante los reinados de Claudio y Nerón, en la primera dinastía romana, en el siglo I. Fueron despiadadas y murieron de forma violenta siendo jóvenes. 

Fueron dos vidas paralelas presididas por la ambición, el capricho, el lujo y también la crueldad. Ambas acabaron  asesinadas por sus respectivos maridos. Mesalina y Popea eran contemporáneas, y aunque no consta que se conocieran resulta bastante probable.

Mesalina (nacida el año 25) se casó con Claudio, que tendría entonces unos 50 años, cuando apenas alcanzaba los 13. Era su tercera esposa, tras el divorcio de la primera y la muerte violenta de la segunda, hermana de Sejano, caído en desgracia durante el reinado de Tiberio. Pronto le dio hijos, dos, Británico y Claudia Octavia, y a continuación se lanzó por la vía de la conspiración y el sexo, a espaldas de su marido, que en teoría no se enteraba de lo que sucedía en el palacio. Entre otras hazañas se asegura que retó a una célebre prostituta a un duelo de amantes durante una noche, saliendo la emperatriz ganadora.

Cuando tenía apenas 23 años, dio un paso en falso al casarse con su amante Cayo Silio, lo que provocó la inevitable reacción del emperador y su círculo más próximo ante lo que era un gesto de rebeldía contra el trono, casi una declaración de guerra. Un batallón de la guardia se presentó en su casa y le dio a elegir entre el suicidio o la ejecución. Finalmente un soldado le clavó una espada y le cortaron la cabeza. Claudio se volvió a casar, con su sobrina Agripina, madre de Nerón, que le sucedería.   

Nerón se había quedado viudo voluntariamente con apenas 27 años de Claudia Octavia, que también era su prima (era hija de Claudio), y a quien liquidó sin piedad cuando apareció Popea Sabina (nacida el año 30), conocida por su gran belleza, que sólo rivalizaba con su ambición y crueldad. Pidió la cabeza de Claudia, que fue ejecutada después de haber sido exiliada, y después la de su suegra, la terrible Agripina la Menor, también asesinada. Además, exigió y consiguió la cabeza del filósofo de origen hispano Séneca, que había sido preceptor de Nerón: decidió suicidarse. Libre de toda competencia y sin ataduras, se encaramó al trono como emperatriz, dictando o condicionando buena parte de las decisiones de su marido, quien a esas alturas ya había dado muestras suficientes de desequilibrio, egolatría y brutalidad absoluta.

También fue famosa Popea por ser una adelantada en cuestión de belleza, implantando baños de leche de burra como supuesta receta para mantener blanca y tersa la piel. Parece que Cleopatra, que había vivido 70 años antes, ya había hecho lo mismo.

Nerón, al contrario que sus antecesores, ya no disimulaba con la naturaleza de la monarquía imperial y aunque las instituciones republicanas todavía existían, se comportaba abiertamente como un soberano. Así que quería un heredero. Popea le dio una niña, Claudia Augusta, nacida en 63, pero falleció poco después. En 65 se quedó de nuevo embarazada, pero el emperador, ebrio, le dio una patada en el vientre a consecuencia del cual abortó y falleció la emperatriz, que tenía entonces 35 años.

Nerón lloró a su esposa e incluso parece que castró a un esclavo que se parecía a Popea para que hiciera de esposa. Ya era todo igual y la dinastía Claudia-Julia se precipitaba por el desagüe…

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