LA REVISTA

Acisclo Manzano, crear es vivir

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Era uno de los “artistiñas” de la década de 1960. Hoy, el ourensano (1940) es una figura imprescindible de la plástica gallega

Yo no soy un artista. Soy escultor. Soy un acisclo, que en latín quiere decir escultor, precisa Acisclo Manzano, en referencia a la etimología de su nombre, el hacha con la que se talla la madera. Y así comenzó él, tallando madera, a los doce años. Aquel joven rebelde que formaba parte del grupo de Os Artistiñas tiene obra en colecciones y museos de todo el mundo y está considerado uno de los mejores escultores vivos de nuestro país.

1. ¿Qué le hizo ser escultor?

Yo, en realidad, quería ser poeta, escribir. Pero un día, vi a un pintor trabajando al lado de As Burgas y cambié de idea. A los doce años estuve enfermo y pasé un tiempo en ingresado en un sanatorio en Piñor, y allí los pacientes pasaban el tiempo tallando portarretratos en cajas de puros con hojas de afeitar y navajas y me enseñaron a hacerlo y empecé. Al salir de allí conocí al padre Silva y con él hice un Cristo. Y así, sin querer entré en el mundo del arte.

2. He visto en algunas biografías que dicen que fue discípulo de Asorey. ¿Qué tal fue esa relación?

Sí. Eso dicen. Y no sé por qué. Porque, es cierto, tuve una una beca para ir a estudiar con Asorei, pero nunca estudié con él. El primer día que estuve con él allí, yo tenía 18 años, ni yo le caí bien ni él me cayó bien a mí. No hubo empatía y las cosas que vi en su taller tampoco me gustaron. Así que me fui con un tallista clásico que había en Santiago que se llamaba José Liste. Era muy bueno. Allí aprendí a tallar, a preparar las herramientas y allí hice mi primer Cristo, que me encargó el párroco de la Trinidad para la iglesia de la Asunción. Un Cristo de tres metros que tallé allí y que luego traje en el techo el Auto Industrial.

3. ¿Esa fue su primera gran obra? ¿Cuántos años tenía?

Fue la primera, sí. Me la encargaron sin ver bocetos ni nada. Tenía 18 años. Después vinieron otras, empecé a hacer exposiciones, fui a Pamplona, allí, en una exposición vendí toda la obra que tenía a solo dos personas.

20180201171952452_result4. ¿Cómo empezó su relación con Jaime Quesada?

Poco después, comenzamos a hacer exposiciones. Nos reuníamos, también con José Luis de Dios, con Conde Corbal, con Virxilio…

Vicente Risco les llamaba Os Artistiñas
Don Vicente nos llamaba Os Artistiñas a los tres que éramos más o menos de la misma edad: Jaime, José Luis y yo. Virxilio ya era mayor.

5. Hablamos de la década de 1960. ¿Fue esa la edad de oro de la cultura en Ourense?

Sí. Era la Edad de Oro porque en Ourense, ibas por la calle y te encontrabas o con Faílde, o con Baltar, con Virxilio, con don Vicente, con Blanco Amor… A veces venía Laxeiro, o Souto. Te los encontrabas por la calle y luego nos acercábamos a aquel bar al al Tucho, al que iba don Vicente y que era el Volter. Todo el mundo que venía a Ourense acababa en el Volter. Fue un tiempo mágico. Un día iba por la calle con Carlos Casares y nos encontramos con don Ramón (Otero Pedrayo). ¿Hoy con quién te encuentras en la calle? Con nadie. Por eso le llamaban a Ourense la Atenas de Galicia y Jaime después apostillaba, “porque está escarallada”.

6. De aquel Ourense tan ilustrado al actual… ¿qué ha cambiado?

Pues que hubo una espantada. Ya no vivimos en la ciudad. Las cosas han cambiado mucho. Hoy hay mucha actividad cultural en Ourense, muchos actos culturales. Pero es distinto. También hay poetas y artistas por todas las esquinas. Yo no me pongo ni por encima ni por debajo de todos estos chicos jóvenes que de mayores quieren ser artistas. Pero el arte, como decía Prego, es otra cosa. Hay que sentirlo tiene que haber unas vivencias. No hay niños prodigio en el arte. Porque, ¿qué vas a hacer si no has tenido vivencias? Claro, tienes internet y abres la pantalla y tienes el mundo en la pantalla. Pero eso no es vivir.

7. Nada que ver con los viajes que hizo usted de joven. ¿Cómo fue aquella aventura compartida con Quesada y otros artistas?

Yo con dieciocho años me fui solo a Alemania. Un viaje por Europa haciendo autoestop. Pero el viaje que hicimos por Oriente, duró tres meses que comenzó por Italia, Grecia, Turquía, Siria, Líbano, Egipto… y viendo las obras en directo. De vez en cuando Jaime decía “mira un Picasso aquí”, porque los que estaban en París recibían las influencias de todo el mundo. Fuimos en dos coches, dos Citroën dos caballos. 

8. ¿Cómo fue la etapa de Ibiza?

Comenzó en 1968. Jaime Quesada tenía allí una casa y a partir de allí conecté con Ibiza. Iba y venía, estuve mucho tiempo. Era la época en que Ibiza era la genuina Ibiza, nada que ver con lo que conocemos ahora. Allí conecté con Carl van der Voort, el galerista. Con Josep Lluís Sert, el arquitecto, con todo un movimiento que entonces era muy dinámico. A través de la galería de Van der Voort comencé a vender obra a importantes colecciones de Alemania, de Suiza, de prácticamente todo el mundo. Y entonces me conocían como un escultor de Ibiza, un escultor gallego que representa a Ibiza. Y después me vine de nuevo para Ourense y aquí me quedé. Es curioso, pero en Ibiza decían que mi obra era muy gallega y aquí, que es muy mediterránea. 

9. ¿Por qué hizo tantos cristos?20180201171238434_result

Mi madre quería que fuese cura y, de hecho me llevó varias veces al seminario para convencerme. Pero yo no quería y fue una decepción para mi madre. Yo creo que era porque su hermana tenía un hijo cura y tres hijas monjas y siempre le decía “Xa estou na antesala do ceo e ti non”. Entonces me dije, “a hacer cristos, Acisclo”. Y tengo cristos en la catedral, en la Asunción, en Cristo Rey, en Mariñamansa, en el Corpiño... dicen que son milagrosos. Por ejemplo el de la catedral, dicen que si les pasan las manos por los pies las mujeres quedan embarazadas. Hay una anécdota. El Cristo que está en la capilla de Las Nieves había sido prohibido por Monseñor Temiño porque decía que no daba devoción. Estaba entonces en Os Peares. Y ahora el obispo Temiño está enterrado a sus pies.

10. ¿Está trabajando en alguna exposición? ¿Piensa en dejar de trabajar algún día?

Tengo varias en mente. Una para cuando cumpla ochenta años, con ochenta piezas que de alguna manera definan mi trayectoria. Todavía me quedan tres años para terminar de prepararla. Tengo otra con unas piezas de madera que estoy trabajando. Aparte, tengo encargos. Yo me marco el ritmo de trabajo, fundamentalmente por la tarde. Pero no pienso en retirarme nunca.  Hay dos cosas en las que no pienso. La primera, en tener un taller. No lo tuve nunca. Estuve a punto de hacerme uno cuando llegué a esta casa, pero luego pensé: “Jaula nueva, pájaro muerto”, así que nada de estudio. La segunda, en retirarme. No lo imagino.

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