ICONOS

Gerda Taro, la sombra de Capa

Dibujo

Él le enseña el oficio, ella desempeña tareas organizativas, todo un auténtico manager, al tiempo que se incorpora también a Alliance Photo

Más atractiva que guapa, decían, una belleza cargada de elegancia. Gerda Taro (Gerta Pohorylle), había nacido en 1910 en Stuttgart. Huyendo del nazismo y la sinrazón llega a París, en 1933. allí se integra entre refugiados y sobrevive ejecutando varios trabajos. Le ayuda un determinante espíritu antifascita. 

En 1934 conoce a un joven húngaro, André Friedmann -Robert Capa- judío como ella y tres años menor; ambos se enrolan en una aventura vital y sentimental. Los veinte años y la ambición por conquistarlo todo hacen el resto; la fotografía les servirá de salvoconducto. Él le enseña el oficio, ella desempeña tareas organizativas, todo un auténtico manager, al tiempo que se incorpora también a Alliance Photo. 

1936, un periodo corto pero definitivo en su carrera. Estalla la Guerra Civil en España. Los primeros reportajes los realizan juntos, incluso firman de la misma manera, “Capa”, nada extraño, ella había sido la ideóloga del sobrenombre. Hay una diferencia estética, compositiva, mientras él trabaja con una Leica de 35mm ella lo hace en formato cuadrado de una Rolleiflex; fácil de distinguir. 

Los primeros meses en el frente siguen juntos, la llegada de los falangistas a Málaga; las calles de Barcelona; el frente de Aragón; las dificultades de la población civil en la zona de Córdoba; el cerco de Madrid y la batalla de Guadalajara. El 26 de abril los fascistas bombardean Gernika y Capa se traslada a Bilbao. Mientras, ella cubre el Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, en Madrid, para entonces ya gasta amistad con Alberti, Aragón y Neruda. 

Su oportunidad le llegará en julio de ese mismo año, tiene la oportunidad en exclusiva de cubrir la victoria de los republicanos, y el final. Firmará en solitario como “Taro”, y sus fotografías serán publicadas en “Regards”, dejando para la posteridad el marchamo de su buen hacer. Sus fotos muestran la proximidad que reivindicaba Capa, también sus riesgos. En Brunete, en la huida del ataque de las tropas franquistas, encaramada a un vehículo de milicianos heridos, un tanque republicano que también buscaba mejor acomodo ante el acoso de la aviación, golpea el coche, tirando a Gerda y pasando sus cadenas por encima. Trasladada a un hospital en el Escorial, fallece el 26 de julio. En breve hubiera cumplido 27 años. 

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