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La gran maldición: nadie es profeta en su tierra

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photo_camera Rauelsson.

 Casi anónimo para prensa y público en España, Rauelsson es uno de los artistas con más proyección de la vanguardia europea

Pasa en Ourense, en Barcelona, en Austin o Moscú. Es la  tendencia a valorar más lo que a uno le llega de lejos que lo que tiene a su lado. Algo irracional que tarde o temprano nos pasa a todos. Una vez, después de una actuación,  Micah P. Hinson me confesaba que ojalá tuviese el éxito en EEUU que tenía en nuestro país, donde llena salas en todas las ciudades, sus canciones son coreadas y su cara, reconocible. 

Si les hablo de Raúl Pastor Medall seguramente no tengan ni la mas remota idea de quién es. Si lo llamo por su nombre artístico, Rauelsson, hasta les suene menos todavía. Una pena, ya que este valenciano de nacimiento y afincado en Benicassim es una referencia internacional.

Raúl, con un pasado por los caminos del folk norteamericano, vivió en Portland durante años como investigador de la universidad y fue creciendo en base a unos sonidos “reconocibles” que poco a poco evolucionó hasta convertirse en unos de los artistas mas prometedores del panorama europeo. En su haber, varias bandas sonoras y dos discos considerados obras mayores: “Volta” y su reciente “Mirrall”, producido ni más ni menos que por Nils Frahm. 

Una trayectoria que lo ha puesto en la cabeza de esa “nueva música” de un siglo que todavía no ha llegado, con una mezcla de neoclasicismo y música experimental electrónica que lo sitúa en la pole de la vanguardia actual. Sus giras, pensadas y extremadamente mimadas, lo han llevado por Europa, Estados Unidos y Japón, donde ha cosechado un éxito y un reconocimiento que en nuestro país todavía permanece anónimo. 

Uno puede asegurar que Raúl es una de las cosas más asombrosas que le ha pasado últimamente al panorama musical. Sus directos son absolutamente mágicos –compruébenlo en Youtube–, edita en un sello berlinés, colabora con infinidad de artistas de todo el mundo y mantiene una carrera, podría decirse de fondo, que da la sensación que nos seguirá dejándonos asombrados.

Mientras todo el mundo se empeña elogiar y en buscar a los genios más allá de nuestras fronteras, olvidamos que quizás el mayor de ellos compré el pan todo los días en la panadería de la esquina. Piénsenlo. 

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