DE LA TIERRA

La hora del vermouth se rige por el meridiano gallego

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Primero fueron las ginebras, ahora son los vermouths. en poco más de cinco años Galicia se ha convertido en una de las regiones de Europa que produce más variedad y mejor calidad de esta bebida aromatizada que ha vuelto a ganar protagonismo.

Solo dos bebidas  tenían su hora: el té y el vermouth. El primero mantiene su tradición en el Reino Unido, y seguramente cobará más fuerza ahora con el Brexit, y el segundo parecía haber sucumbido ante la abrumadura presencia de las cervezas y los vinos de antes de comer. Porque esa era la hora del vermouth. Tan cotidiana que incluso en las fiestas las orquestas ofrecían su "sesión vermú", mientras el público disfrutaba de una de esas bebidas, casi siempre encabezadas con un chorrito de ginebra y luego diluida con un golpe de sifón.


Pero aquellos vermouths encabezados y diluidos han dejado paso a otros mucho más sofisticados. La base sigue siendo la misma: un vino que es macerado con varios aromáticos, entre ellos el ajenjo y luego incrementada su graduación hasta los 15 o 16 grados. 


En realidad, la clave del cambio ha sido precisamente la base, que ha pasado de ser un vino de baja calidad a un buen vino.  Y ahí es donde entronca el éxito de los vermouths gallegos, ya que utilizan como base vinos, por lo general, amparados por denominaciones de origen, como sucede con Povarelo y Petroni, que utilizan de base un vino Albariño de las Rías Baixas, Povarelo de la subzona de O Condado y Petroni del Ulla, o Nordesía que utiliza Albariño en su vermouth blanco y Mencía en el rojo.


Las destilerías gallegas han vuelto a apostar por la calidad como signo de identidad de los productos que lanzan. De ahí que sean bebidas que se toman sin más acompañamiento que hielo y la piel de algún cítrico o algún aromático. 


A las marcas ya referidas hay que sumar Ciobra, que aunque es gallego de etiqueta se elabora fuera de la comunidad; Lodeiros, de Santiago, Sardino, que se elabora en Vigo, hasta total de quince marcas que hoy día buscan su hueco en un mercado en el que su origen gallego les aporta un valor adicional que los hace más apreciados en cualquier rincón de España.


Los más frecuentes son los clásicos blanco y rojo, en los que la diferencia principal se haya en el tipo de aromáticos que intervienen en la maceración que les aporta el sabor y los aromas característicos. Petroni, la marca de Padrón que en la actualidad cuenta con mayor cuota de mercado, utiliza estas dos variedades, mientras que Povarelo, elaborado en O Carballiño por Destilerías Miño, cuenta tan solo con un vermouth rojo.  Ciobra, añade a su catálogo un mixto, de blanco y rojo que busca el equilibrio entre el toque seco del primero y el más dulzon del segundo.


Los precios de los vermouths gallegos oscilan entre los 9 y los 15 euros, situándose en el mercado dentro mismo segmento que sus predecesoras las ginebras gallegas premium.

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