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King Krule, poesía en la calle para narrar la inglaterra del siglo xxi

Artista total y genio capaz de mezclar rap, jazz y trip hop, opta al trono de Kate Tempest como crooner del Londres moderno

Es Archy. Tiene 23 años, es delgado, pelirrojo y con cara de eterno quinceañero. Resulta sencillo situarlo cerca de la grada de animación del estadio Selhurst Park con sus amigos de instituto. Parece tímido y casi acomplejado, anticool vistiendo, su guitarra le queda grande y cuando se acerca al micro uno espera un susurro de esos casi imperceptible, acompañado de una canción sobre cómo una chica le negó un beso en un parque de Putney.  

¡Ay las apariencias! Engañan a todos, incluso a los más viejos. Archy es un hijo del punk, atrevido, indolente y con un ego como la torre de Londres. Rey de la contracultura londinense y narrador del nuevo tiempo británico.

Genio capaz de mezclar el rap, jazz, trip hop e indie sin despeinarse, amparado ahora bajo el nombre de King Krule como ya había hecho antes con otros seudónimos como Zoo Kid o The Return of Pimp Shrimp.Mientras sus amigos animaban al Crystal Palace, él con solo 12 años bebía pintas en los bares de su barrio y rapeaba con su hermano en las calles bajo los efectos de la marihuana. Ya con 14 editaba su primer epé, siempre con su estilo DIY que no lo ha abandonado hasta ahora.

Desde 2011 no ha parado. Varios epés y un libro de poesía desembocan en el reciente “The Ooz” (2017), un trabajo que lo sitúa como el nuevo aspirante al título del gran cronista londinense, que hasta ahora pertenece, sin duda, a la grandiosa Kate Tempest. 

“The Ooz” es una obra maestra, un torbellino de ideas futuristas, el bestiario de un nihilista, un paseo ebrio por un camino donde se entremezclan todo tipo de estilos, siempre acompañado por esa voz de crooner venido a menos que tanto recuerda a Tom Waits, y que Archy maneja a su total antojo. Es la confirmación de un artista total e inclasificable por el cual fluye la cultura de un forma natural.

No será fácil entender el mundo King Krule ni su forma de contarlo, es como esa bofetada que una vez se recibe ya no se recuerda si venía de izquierda o derecha. Como con las grandes cosas de la vida hay que dedicarle tiempo y esfuerzo para entender que como en la Premier, Londres no solo vive del Chelsea, los domingos también juega el Palace.

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