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La moda es ética

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photo_camera Imagen de las prendas de Mandacarú.

Hace algo más de una década, uno de los fundadores de Mandacarú, Joaquín Pece, observó cómo en Francia las nuevas marcas apostaban por una forma de hacer moda garantizando el origen ecológico y ético de las prendas, un modelo que pronto importó a Galicia

En Mandacarú apostáis fuerte por la ecología y el comercio justo.  

Resulta que la moda quiere ser atractiva y singular, seducir a los clientes y hacerles sentir identificados con ella, pero oculta cosas muy oscuras detrás de esa capa de maquillaje tan ‘ideal’.

Es la segunda industria más contaminante del mundo, ha evolucionado a un modelo de ‘fast fashion’ insostenible, es responsable del 20% de la contaminación de las aguas y, lo que es muy importante, abusa de mano de obra barata del tercer mundo. ¿Realmente éste es el tipo de ropa que queremos usar? Nuestro punto de partida es ofrecer alternativas atractivas, a precios razonables y con la mayor garantía posible.

¿Somos conscientes de todo lo que hay tras las prendas que adquirimos en grandes cadenas?

Sí lo somos y cada vez más, pero a veces no queremos pensar en ello. Es muy tentandor, muy fácil, muy barato... Todos hemos visto noticias y documentales sobre las terribles condiciones de trabajo en muchos talleres en Asia y ríos totalmente contaminados por tintes o blanqueadores.

Desde 2011, Greenpeace denuncia y presiona a las grandes marcas con la campaña Detox y ha conseguido que muchas tomen medidas reales para reducir el problema. Pero aún estamos muy lejos de tomárnoslo realmente en serio.

Vuestras prendas son de algodón orgánico. ¿Cuál es la diferencia con el industrial?

La primera diferencia está en el cultivo. El algodón representa el 3% de los cultivos mundiales y absorbe casi el 25% de los pesticidas y fertilizantes del mundo. No es difícil imaginar las consecuencias que eso tiene para las comunidades que viven próximas a las plantaciones, las aguas y la biodiversidad.

Además, este sistema basado en semillas genéticamente modificadas y uso masivo de fertilizantes y pesticidas acaba arruinando a los pequeños productores. El algodón orgánico busca otra forma de cultivar.

A corto plazo es difícil, obliga a cambiar el chip, salir de ‘lo fácil’ y reaprender, pero a medio o largo plazo es rentable para los productores y mucho más sostenible para la gente y el entorno. Además, para llevar el certificado de orgánico, se deben respetar también una serie de estrictos criterios en los procesos de blanqueado y teñido. Se busca una coherencia en toda la cadena.

¿Qué proceso siguen los diseños de vuestras camisetas?

Tenemos dos actividades diferentes. El diseño de nuestra propia marca, Mandacarú, está en manos de tres jóvenes diseñadores gráficos gallegos desde el relanzamiento de la marca en 2015. También fabricamos para otras marcas. Con el tiempo nos dimos cuenta que toda la experiencia acumulada podía ser muy útil para otras personas que querían poner en marcha sus propios proyectos. Poco a poco, la actividad de fabricación a medida, bajo la marca comercial de ‘be green’, fue ganando más peso.

¿Quiénes son vuestros clientes profesionales?

Hay diferentes tipos. Trabajamos con ONG’s y asociaciones, lo que es una gran satisfacción para nosotros. También trabajamos para empresas de ‘economía social’ cuya razón de ser, como la nuestra, es la economía sostenible y humana.

Por ejemplo, la banca ética Tríodos o la marca de zapatos ecológicos Martin Nature. También tenemos clientes de empresas más convencionales que van incorporando una apuesta por lo sostenible cada vez más presente en sus embalajes, su material corporativo, etc.

En un sector dominado por el fast fashion, ¿qué hueco queda para marcas como la vuestra?

Hay hueco, aunque pequeño. Y tenemos que hacerlo muy bien, ser muy dinámicos, profesionales y competitivos. No basta con las buenas intenciones, debemos pisar fuerte y ofrecer productos y servicios que realmente aporten valor.

El factor sostenible cada vez lo aporta más, la gente lo reconoce y lo valora. Nosotros trabajamos en concienciar, ofrecer y convencer. Pero en última instancia todo depende de que los clientes lo valoren también.

Desde vuestra perspectiva, ¿cómo veis el panorama actual de la moda?

La fuerza de las grandes marcas es abrumadora y, aunque van incorporando algunas de estas inquietudes en sus políticas, la esencia por el momento no cambia: vender muchas prendas que duran muy poco, producidas a muy bajo coste.

Si por el camino se contamina o se explota en países lejanos que a casi nadie importa, no parece que sea muy grave. Del lado de los consumidores tampoco hay aún cambios que realmente marquen la diferencia. Si hay que investigar, informarse, localizar marcas diferentes y pagar un poco más... muy pocos llegan. 

¿Podemos entender el futuro de la moda sin hablar de sostenibilidad?

No, no se puede. El concepto sostenible quiere decir que se puede mantener a largo plazo, que es duradero, compatible con el medioambiente y con las personas. Lo no sostenible se agota, tarde o temprano. Podemos darnos cuenta antes y evitar llegar al límite o no ser capaces de cambiar hasta que nos veamos obligados a ello. Pero el modelo actual tiene fecha de caducidad.

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