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Loureira del Ribeiro que se hace esperar

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photo_camera Los viñedos de Cholo, en Beade.

Cholo es una de esas singularidades que sorprenden dentro del panorama vitivinícola, no solo gallego, sino también español. Viene de la mano del colleiteiro Manuel Formigo, que tiene su bodega y sus viñedos en Beade

Habrá que esperar unos meses, ya lo anticipo al lector, para poder disfrutar de este monovarietal de Loureira que hoy protagoniza nuestra sección. Cholo es una de esas singularidades que, de vez en cuando nos sorprenden en el panorama vitivinícola, no solo gallego, sino también español. Viene de la mano del colleiteiro Manuel Formigo, que tiene su bodega y sus viñedos en Beade. Cinco hectáreas repartidas en ocho fincas.

La más antigua, Finca Teira, plantada por su padre en la década de 1970. La heladas tardías de 2017 menguaron tanto su cosecha del año pasado que, a estas alturas no queda vino de este Cholo que hace ya cuatro años que elabora, pero en cantidades muy reducidas.

Las uvas proceden de dos fincas: Portela y Miñoteira. La Loureira es una variedad que, por lo general se utiliza para redondear vinos en el Ribeiro, Condado y Rosal (donde la llaman Marqués, salvo en Goián que la conocen como Raposo), pero solamente en Portugal, en la región de Vinho Verde, se vinifica en solitario. A este lado del Miño son tres las bodegas que comercializan un monovarietal de esta uva, de ciclo muy largo, pues es precoz en su fructificación y bastante lenta maduración.

Formigo, que en su catálogo de vinos tiene varios polivarietales, vinifica por separado las variedades. En realidad incluso vinifica por separado las parcelas de una misma variedad antes de proceder al ensamblaje. En esas labores que se realizan en bodega, descubrió las cualidades de su Loureira, y le dio la oportunida de salir como vino independiente. 

El resultado  es un vino de extraordinaria frescura, muy agradable en boca y 12  grados, que reposa en depósito de acero antes de su embotella,do generalmente antes del verano, pero sin lías, para que manifieste su naturalidad al máximo. Es un vino con esa carga aromática propia de la Loureira, pero sin exageraciones. 

Un vino que merece la pena probar. Aunque, como dijimos al principio, habrá que armarse de paciencia hasta bien entrada la primavera o principios del verano próximo, que será cuando salgan al mercado las 2.200 botellas de holo de la cosecha de 2018.

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