MITÓMANOS

La malvada hermana y madre de emperadores

Agripina la Menor fue para los historiadores romanos un auténtico monstruo. En ella se resumían todos los vicios y corruptelas de la primera familia imperial. Quizá exageraban pero su carrera de maldad es de nota.

Agripina la Menor estaba entroncada con la totalidad de la familia imperial: bisnieta de Octavio Augusto;  bisnieta de Tiberio; hermana de Calígula; sobrina y esposa de Claudio y madre de Nerón. Y como tal compartió y elevó a su máxima potencia la obsesión por el poder por encima de cualquier otra consideración. Que en el caso de las mujeres, privadas de casi cualquier derecho, tenían que ejercer por persona interpuesta. Agripina no se anduvo con rodeos  y asesinó a su tercer marido, envenenándole con unas setas y se deshizo de otros candidatos a la sucesión de su hijo Nerón, a quien controló cuando era adolescente. Pero le salió tan corrompido como ella misma y acabó por ordenar su propia muerte.

Agripina Minor (M.A.N. Madrid) 01Su carrera se inició siendo ya muy joven como hija de Agripina la Mayor, la nieta favorita de Augusto, y de Germánico, el general victorioso en el frente del Rhin, héroe en la guerra contra los pueblos bárbaros del Norte y quien recuperó las águilas del desastre de Teotoburgo, y por ello primer candidato a la sucesión de Tiberio. Probablemente fue envenenado, quizá por obra del propio emperador Tiberio, quien finalmente designó a Calígula como heredero. Agripina fue amante de su hermano, como también sus hermanas Drusila y Livila, cuando era una joven viuda de apenas 25 años, pero poco le duró la alegría ante la locura de Calígula, que las envió desterradas a una isla minúscula. Antes,  durante el reinado de  Tiberio se había casado por vez primera, con apenas 13 años.

Del matrimonio  -pero diez años más tarde- nació Nerón, a quien su padre consideró ya un monstruo.  A la vuelta del destierro, Agripina buscó dinero y lo logro casándose con el rico Crispo era… del que enviudó de nuevo tras hacerse con su fortuna, bajo la sospecha de envenenamiento. Más tarde acabó casándose con su tío Claudio, quien la consideraba un pozo de corrupción, pero había quedado destrozado tras la traición de su esposa Mesalina, quien se había casado con un noble, lo que obligó al emperador a ordenar la ejecución de ambos. Pese a no confiar en absoluto en su sobrina, le concedió todos los favores, incluyendo la boda de su hija Octavia con Nerón, a quien además adoptó, relegando a su hijo Británico, que al parecer padecía epilepsia. Como es conocido, su gratitud con Claudio fue servirle una cena con setas tóxicas de su propio plato.

Ya como emperatriz viuda y madre del nuevo soberano, comenzó a mandar en serio. Su hijo apenas tenía 20 años al llegar al trono y Agripina fue quien llevó el mando del Imperio en primera persona con astucia y crueldad. Lanzada, incluso fue amante de su propio hijo, lo que supuso un escándalo  mayúsculo en una sociedad que toleraba casi cualquier cosa… Pero Nerón era aún peor que ella y cuando se hizo mayor decidió que no tenía por qué seguir bajo la tutela maternal, sobre todo tras desposar a Popea Sabina, tan corrupta y ambiciosa como su suegra. La pareja imperial decidió acabar con Agripina, pero no fue fácil. En una ocasión, trataron de ahogarla en el mar hundiendo el barco en el que navegaba, pero nadaba muy bien y llegó a la orilla.

Tampoco funcionó el envenenamiento, porque estaba inmunizada a base de tomar pequeñas dosis. La solución final fue encargar a un sicario que acabara con su vida con una espada. Ocurrió en la villa de Antium, donde había nacido Nerón, y los historiadores aseguran que Agripina se mostró valiente y  entera en el trance y que sólo pidió que le atravesaran el vientre “en donde nació ese monstruo”.
 

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