LA REVISTA

Mata-Hari, doble espía del amor

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photo_camera Mata-Hari.

Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial. Margaretha Geertruida Zelle, Mata-Hari, (1876, Holanda-París, 1917) bailó para media Europa, una actividad que le dio fama.

Quizás fuera la única verdad que dijo en su vida, “A los militares los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero”. Eran tiempos de la Primera Guerra Mundial. Margaretha Geertruida Zelle, Mata-Hari, (1876, Holanda-París, 1917) bailó para media Europa, una actividad que le dio fama y que la llevó también dada su buena relación entre militares al desempeño de otro oficio, el espionaje.

El arte de amar lo aprendió joven, a los 18 años, en los brazos de un capitán Rudolf Campbell, su marido, cuyo destino profesional los llevaría a Java. Allí, al margen de criar a sus dos hijos, uno fallecido contagiado por sífilis -herencia paterna-, se iniciaría en las danzas nativas así como en sus prácticas amatorias, que no dudaría en mostrar a su esposo, éste, acostumbrado al arte de sus propias concubinas, remataría por escandalizarse, de disoluta y viciosa fue calificada por su marido. Roto el matrimonio, reaparecería en París haciéndose pasar por una princesa de Java; renace así en el personaje, el de una bailarina oriental que hace strip-tease. En realidad lo que más fascinaba a los franceses, al margen de su aparente exotismo, era que en sus espectáculos primaba la desnudez, al tiempo que bailaba.

A la vez que medraba su fama lo hacía el número de sus amantes. La guerra le pilla actuando en Berlín, donde era la amante del jefe de policía; más tarde lo sería de Kraemer, cónsul alemán en Amsterdam. Fue él quien le propuso convertirse en agente H-21, y ella acepta. Su fogosidad, su inconstancia en el amor, su pasión por la vestimenta militar con soldado dentro, le llevaría a aceptar también los servicios de espionaje para el capitán Ladoux, para los franceses. Fue víctima de una trampa alemana, cuando el personaje dada su promiscuidad y sus nulos aportes se les presentó molesto; el señuelo, un mensaje cifrado enviado al enemigo francés para que relacionaran a esta con el espionaje alemán, Mata-Hari amaba los militares de todos los países, y se acostaba -dijo- con ellos por placer, así lo dijo en su defensa en el juicio, tras la lectura de un listado cuasi infinito de militares a lo largo de aquel verano. Murió el 15 de octubre de 1917, con traje de ceremonia, como si el último viaje en manos de un pelotón de fusilamiento fuera de gloria.

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