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Menú del día en el restaurante Armando

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Uno de los establecimientos históricos de Galicia por sus tortillas

Aunque Se llama  restaurante Armando Blanco, todo el mundo lo conoce por "La Casa de las Tortillas" que es su denominación secundaria y, en realidad la que hace justicia a su histórica fama.

Yo lo conocí hace muchos, muchos años. O al menos eso creía yo, porque hablo de 1982, el año del Mundial. Pero el establecimiento ya tenía entonces más de setenta años de historia y ahora supera el siglo.

El "Cacheiras", que es como le llamábamos en aquellos tiempos a La Casa de las Tortillas, tiene menú del día por 11 euros. Pero yo nunca lo comí. Allí se va a por la tortilla. En las numerosísimas veces que fui  comí tortilla, callos, jarrete de ternera, cordero  y alguna vez pescado. Solo tengo recuerdos de la tortilla y de los callos. Pero últimamente ya soy de plato único, me voy haciendo mayor.

El establecimiento en sí, suscita filias y fobias. La casa de rústico aspecto y paredes de empedrado desnudo podría dar un ambiente cálido y acogedor. Pero el despliegue de fotografías y diplomas le transmite un cierto carácter hortera. En mi juventud había otro tipo de fotos, creo recordar: Julio Iglesias, Casen, Raphael... en fin , los famosos que pasaban por allí y que dejaban su impronta. Pero ahora se ha convertido en un asunto más monódico de entorchados y políticos y alguna que otra del Papa emérito, saludando al propietario y antiguo alcalde de Teo, huy lamentablemente fallecido.

Dicho todo lo que antecede, yo soy un incondicional de las tortillas de este restaurante. Hace unos días fui con dos compañeras de trabajo. Pedimos una tortilla, la bebida y el pan.  Pagamos  menos de 17 euros, menos de seis euros por barba, y nos sobró tortilla. 

La mejor es la que no tiene chorizo. La de toda la vida. Jugosa, con el huevo que se desparrama cuando la partes, pero con la patata bien frita. Reconozco que no siempre sale tan rica. Alguna vez salí decepcionado. Pero esta última, redimió todos los pecados del pasado.

Merece la pena, sí. Pese al decorado y a que el personal es muy "suyo". Según quien te atienda dirás que es una persona amable o un túzaro porque aquí, si que hay de todo.

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