Las noches de la Galicia más rural atraen al nuevo turismo astronómico

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photo_camera Imagen espacial de España.

La gastronomía constituye un reclamo turístico que atrae cada año a decenas de miles de visitantes a Galicia. Junto con los recursos naturales y el patrimonio monumental y artístico perfilan las motivaciones de un turismo cultural que se extiende a lo largo de todo el año y al que ahora se ha sumado también el turismo astronómico

Cuando la fundación Starlight otorgó sus certificaciones como destino de turismo astronómico a Pena Trevinca, en el municipio de A Veiga, y al Parque Nacional de las Islas Atlánticas, situó a Galicia en un mapa que hasta entonces parecía reservado a aquellas localizaciones tradicionalmente vinculadas a la actividad astronómica más avanzada como las Islas Canarias, donde nació la referida fundación en el año 2009.

La primera certificación Starlight fue otorgada en abril de 2012  a la zona portuguesa de Alqueva, el embalse más grande del territorio de la Unión Europea, que ha convertido en un lago de 2500 kilómetros cuadrados un tramo fronterizo del río Guadiana entre el Alentejo y Extremadura. En menos de cinco años han sido certificados otros 15 destinos, la mayoría en territorio español, aunque también cuenta con localizaciones en Canadá y Chile. Al margen de las Islas Canarias, que disponen de tres destinos turísticos Starlight, solo Galicia y Andalucía cuentan con dos.

El turismo astronómico crece cada año. Su objetivo es la búsqueda de cielos limpios con una gran definición gracias a un ambiente de baja humedad, una cierta altitud sobre el nivel del mar, pero sobre todo, que esté exento de contaminación lumínica. No es el caso del Parque Nacional de las Islas Atlánticas, que se encuentran al nivel del mar, pero sus características, en pleno océano Atlántico, le confieren otras cualidades adicionales que han sido valoradas tanto por la Fundación Starlight a la hora de conceder la certificación, como por los centenares de personas que aprovechan el camping o una excursión nocturna en barco, para disfrutar de un cielo estrellado único que sirvió, hasta la llegada de los gps, para que los marinos se orientasen en sus rutas oceánicas, tomando como referencia la posición de las estrellas. Una asignatura, Astronomía y navegación, que todavía permanece en los planes de estudio de las carreras náuticas, tanto las civiles como la militar.
Peña Trevinca es el suelo gallego más cerca de las estrellas y el más limpio de contaminación lumínica. Antes de la certificación Starlight era apreciado por astrónomos aficionados que acudían allí para realizar tanto observaciones como astrofotografía.

_20150119_map2.vis.earthdata.nasa.gov_galicia_250m_stations_v5_resultLas provincias de Ourense y Pontevedra ofrecen además otros emplazamientos que cuentan con cielo nocturno de gran calidad. Forcarei y Cotobade, que además cuentan con observatorios astronómicos y el Alto de Fontefría, en A Cañiza, son algunos de los preferidos por la Asociación Astronómica Rías Baixas de Vigo. A Limia, el Invernadeiro y el Xurés también resultan espacios idóneos para establecer el campamento nocturno desde el que observar los fenómenos astronómicos en cualquier época del año. El invierno, además, ofrece el plus de contar a horas más tempranas con un cielo ilustrado por planetas como Júpiter y Saturno, los más atractivos para captarlos tras el ocular de un telescopio, o estrellas que muestran su intensidad a simple vista como Sirio y constelaciones como la de Orión.

Si vemos una imagen nocturna de las muchas captadas por la Estación Espacial Internacional el planeta azul que se revela durante el día, se convierte en un fantasmagórico espectro que siluetea con intensas luces los entornos urbanos y se va diluyendo a medida que baja la densidad de población. Es, también, un indicador de la opulencia y la pobreza que se extiende por todo el planeta, pues muchos de los lugares en los que no hay contaminación lumínica esto no se debe a la concienciación sino a la necesidad.

La lucha contra la contaminación lumínica es una cruzada que han emprendido físicos y astrónomos desde diferentes instituciones, pero sobre todo, desde las universidades gallegas. La Universidad de Santiago de Compostela y MeteoGalicia mantienen una red de sensores por todo el territorio gallego para medir la contaminación lumínica y su evolución a lo largo del año y de los años. La concienciación transmitida a algunas corporaciones municipales ha ayudado a aliviar este fenómeno que, no solo es perjudicial para la observación nocturna del cielo, también trastorna el equilibrio biológico de animales y plantas que ver perturbado el ciclo natural de luz y oscuridad por una intervención humana mal desarrollada. El empleo de luminarias proyectadas hacia el suelo con pantallas y de lámparas de un espectro luminoso menos agresivo, no solo ayuda a minimizar esa contaminación, sino también ahorra energía eléctrica.

Desde las instituciones científicas y las asociaciones de astrónomos están proponiendo también la creación de espacios urbanos, especialmente parques, en los que se puedan realizar apagones periódicos de luz, para contribuir a que se conviertan también en espacios de observación.
Ciertas observaciones no requieren de un cielo completamente a oscuras y resulta suficiente con separarse unos escasos kilómetros de las grandes concentraciones urbanas. El monte Vixiador, en Vigo es buen ejemplo de ello, como lo es, también, el parque náutico de Castrelo de Miño donde el responsable de su restaurante, Dositeo Veiga, físico, divulgador científico y responsable de la traducción al gallego de la imagen del día de la Nasa, la Astronomical Picture of the Day organiza frecuentes actividades de observación nocturna y diurna para todo tipo de público.
 

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