GASTRONOMÍA

Nuestras sardinas emigran por el calor

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photo_camera Una señora con las sardinas.

Las últimas que compré, venían de Italia.¿Y las nuestras? Ni están ni se las espera.

Quienes tenga la curiosidad de ver de dónde vienen los pescados que comen, si a lo largo del pasado verano y de lo que llevamos de otoño echan un vistazo en las pescaderías, verán que el 90 por ciento de las xoubas y sardinas de la temporada estival y el cien por ciento de la actual, proceden del Mediterráneo.

Las últimas que compré, venían de Italia.¿Y las nuestras? Ni están ni se las espera. Al menos es lo que nos dicen los científicos que alertan de una inexorable extinción si no se frena su captura totalmente.

El Consejo Internacional para la Exploración Del Mar recomienda una tasa de captura cero durante 15 años. Eso significaría que la mayoría de los gallegos ya no volverán a comer sardinas de las nuestras hasta después de su jubilación. Al margen de los problemas sociales que esto representa para un sector pesquero ya castigado en otros muchos frentes, la sardina fue el motor que levantó la industria pesquera gallega, y la conservera, curiosamente, cuando la escasez afectó a otros caladeros, como el francés a finales del XIX o el catalán, en el XVIII.

Las sardinas gallegas y portuguesas, consideradas las mejores, apenas se veían en campañas anteriores. El cambio climático podría ser el principal culpable de este drama ecológico y gastronómico. 

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