LA REVISTA

Cinco obras de ingeniería que cambiaron el paisaje de Galicia

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photo_camera Faro de Cabo Vilan.

La línea del AVE es la gran obra de ingeniería de nusetro tiempo. Pero hubo otras en el pasado que no sólo supusieron un hito tecnológico, sino también una transforación del paisaje.

Si hacemos un viaje por la geografía gallega, desde la Costa da Morte hasta el extremo oriental del Invernadeiro, desde la Ría de Vigo al confín de la comarca de Valdeorras encontraremos obras de ingeniería de que transformaron la vida y el paisaje y marcaron un hito en el entorno en el que fueron construidas. Es el viaje por la Galicia que afrontó con soluciones novedosas los retos de veinte siglos: alumbrar a los marinos, cruzar ríos o convertirlos en energía.

El Faro de Cabo Vilán

Situado sobre un promontorio en forma de península, el faro, se inauguró en 1896 y entonces se convirtió en el primer faro con luz eléctrica de España. El conjunto constructivo está formado por un edificio en el que se encontraban la sala de calderas para alimentar el generador eléctrico, el taller y las viviendas de los fareros y el resto del personal necesario para su funcionamiento. Aquí llegaron a vivir siete familias, aisladas prácticamente del resto del mundo. El acceso a la torre se hace por un pasadizo cubierto. Construido con sillares de granito, tiene planta octogonal y 25 metros de altura. Situado sobre un promontorio rocoso, de 105 metros, la linterna se encuentra a 130 metros sobre el nivel del mar. Proyecta una luz visible a 40 millas náuticas, o  lo que es lo mismo, 74 kilómetros.

Desde el propio faro se tiene una visión panorámica de una costa en la que el océano muestra todas sus caras: la apacible en los días de mar calma del verano y la más terrible, en las galernas invernales. Pese al GPS y a la navegación por satélite, el faro de Cabo Vilán sigue prestando sus imprescindibles servicios, pero la tecnología ha librado gran parte del espacio ocupado en el pasado por las viviendas y talleres y hoy día acoge un museo en el que se desvelan los entresijos de estos ingenios, y se muestra la historia de los naufragios en la Costa da Morte.

La presa de As Portas

El embalse de As Portas no es el más grande de Galicia. Ese título lo ostenta con merecido mérito el de Belesar, que encierra el curso del Miño desde esa localidad en el término municipal de Chantada hasta más arriba de Portomarín. Con 655 hectómetros cúbicos de capacidad es el más grande de Galicia y la cola del embalse duplica en longitud a la ría de Vigo.

Pero As Portas no es un segundón. De los 62 embalses de Galicia es el que tiene la presa más alta. Frente a los 129 metros de altura de la de Belesar, As portas mide 141 metros. Se encuentra en el término municipal de Vilariño de Conso y convirtió el río Camba en un lago artificial de casi 12 kilómetros cuadrados, con una capacidad de 536 hectómetros cúbicos de agua embalsada.

Para el concello de Vilariño de Conso, As Portas fue una obra mucho más relevante que el trazado del AVE que atraviesa su territorio. Entre 1966, año en el que se iniciaron las obras de acceso, y 1974, que fue el de su finalización y puesta en servicio, la presa y la central eléctrica ocuparon a 4.000 personas. Más del doble de lo que está generando en la actualidad la línea de Alta Velocidad en toda la provincia de Ourense.

Pero As Portas tiene un valor añadido que el lector descubrirá si realiza una excursión hasta el lugar en el que se encuentra. Para viajar desde Vigo o desde Ourense, hay que tomar la autovía A52 hasta A Gudiña. En esta localidad, existe una carretera que lleva a Vilariño de Conso, a lo largo de un sinuoso recorrido de unos 24 kilómetros iremos descubriendo un paisaje montañoso en el que, de manera repentina encontraremos a mano izquierda el  embalse. En distintos puntos del trayecto hay miradores desde los que observar el lago artificial e incluso la presa. Pero la escena más espectacular se presenta como una sorpresa, aproximadamente a los 18 kilómetros de haber iniciado el viaje por esta accidentada y un tanto maltrecha carretera. Tras una sucesión de curvas y descensos de nivel, el viajero se ve asaltado por la imagen de una monumental pared de hormigón. La carretera queda empequeñecida al pasar justo por la base de la presa que se levanta más de 140 metros y tiene una longitud de 477.

El puente de Rande

Mientras se terminaba la presa de As Portas en Vilariño de Conso, a 200 kilómetros, en la ría de Vigo, comenzaban las obras del Puente de Rande. Su objetivo, permitir a la Autopista del Atlántico cruzar el mar por el punto más estrecho, entre los municipios de Redondela y Moaña. Las obras comenzaron en diciembre de 1973 y se prolongaron hasta diciembre de 1977. En su día fue un alarde de ingeniería. Un puente atirantado, que no colgante, que ocupó el segundo puesto en el ranking mundial de los puentes de su categoría, por la luz de su vano central, de 401 metros, y el primero de España hasta que en 1983 se inauguró el Puente del Ingeniero Fernández Casado, con una luz de 440 metros. Pese a ello siguió manteniendo el record como puente más largo de España hasta la década siguiente.

Entre 1978 y febrero de 1981, año en el que entró en servicio, el puente de Rande fue una de las grandes atracciones turísticas de las rías bajas. Se podía recorrer a pie o en bicicleta. Cruzar la ría caminando requería menos tiempo que hacerlo en coche, pues era necesario dar un rodeo adicional de más de treinta kilómetros.

El Puente Mayor de Ourense

Así lo denomina Ángel del Castillo en su “Inventario monumental y artístico de Galicia” y que se suma a las de puente romano, puente medieval… y Ponte Vella, que es como ahora se identifica para hacer la distinción con los otros puentes que cruzan el Miño en el casco urbano de Ourense. A lo largo de su historia ha sido objeto de tantas reconstrucciones y remodelaciones que habría que ir a la base para encontrar sus orígenes romanos. Hoy nos parecerá modesto en sus dimensiones: 370 metros de longitud por cinco de ancho. Sobre todo si lo comparamos con los puentes y viaductos contemporáneos. Pero cuando fue construido, en el siglo I, alcanzó el récord de ser el puente con arco de mayor luz de todo el imperio, que es tanto como decir de todo el mundo, pues en aquella época el resto de los pueblos no se prodigaban en las obras de ingeniería.

Símbolo de la ciudad, durante siglos será el único puente que cruce el Miño en su curso medio-bajo, hasta que en 1886 se inaugura el puente internacional de Tui y unos años después el de Filgueira, entre los municipios de Crecente y Cortegada.

La Via Nova

Contemporánea del puente de Ourense, la Via Nova fue uno de los grandes retos de la ingeniería romana en nuestra tierra. En general, la red viaria romana, destinada a unir las ciudades de Braga, Astorga y Lugo constituyó la gran infraestructura gallega de los primeros mil quinientos años de nuestra era. Con una longitud total de 215 millas romanas, alrededor de 350 kilómetros, la Via Nova traza una diagonal  de 157 kilómetros de suroeste a nordeste por la provincia de Ourense. El Itinerario de Antonino que era el mapa oficial de las vías romanas tenía catalogada la Via Nova como Vía XVIII. Se conservan tramos todavía visibles y numerosas obras singulares vinculadas a ella. La Via Nova entra en la provincia de Ourense por Portela de Homem, allí donde el Parque Nacional Peneda-Gêres se convierte en el Xurés. En Lobios estaba emplazada la primera mansión en suelo gallego. Aquis Originis, a 39 millas del punto de partida de la vía. Seguirá el curso del Limia durante un largo trecho y 14 millas al norte de la anterior se asienta Aquis Querquernis, en Bande.

No es casualidad que haya fuentes termales al lado de ambas. El viajero que desee seguir los pasos de esta calzada romana encontrará en esta segunda mansión gallega un centro de interpretación, un lugar muy apropiado para conocer más en profundidad esta vía que, diecinueve siglos antes que los grandes planes de carreteras, permitía una comunicación ágil y fluida por la difícil orografía del interior de Galicia.Limia arriba, cruzará luego hacia el valle del Arnoia siguiendo una dirección Norte Nordeste. En Trives cruzará el Navea y el Bibei y en Petín, el Sil. Algunos de los puentes todavía están en pie. La mayor parte, muy reformados con el paso del tiempo, como el del Bibei, que todavía sirve para el paso de la circulación rodada en la antigua carretera de Ponferrada, o el de A Cigarrosa en Petín.

La construcción de la Via Nova permitió establecer una cómoda conexión entre Braga y Astorga. Pendientes no muy grandes, que no superaban el 6 por ciento y una amplia calzada, facilitaban el viaje tanto en carros como a caballo o a pie. Y al igual que sucede en la actualidad con una vía principal, tenía numerosas ramificaciones que daban comunicación a muchos asentamientos cercanos, como por ejemplo la vía que llega hasta Ourense y obligó a los romanos a salvar el Miño con el Puente Mayor. La ingeniería ha dejado un rastro de veinte siglos en nuestro mapa, que todavía hoy se puede perseguir.

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