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“Perfectos desconocidos”

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photo_camera Los actores de la película en el estreno.

La nueva cinta de Alex de la Iglesia aglutina buenos y malos momentos

Una extraña inquietud parece haberse apoderado de la ciudad. El tráfico se colapsa, las urgencias de los hospitales están a rebosar, los perros aúllan intuyendo el peligro que se aproxima: es el eclipse de Luna. Su poderoso influjo afecta también a los protagonistas de esta historia, un grupo de amigos que se reúnen para cenar. Los anfitriones discuten alterados. Sus invitados están a punto de llegar y la cena no está preparada todavía. Alfonso y Eva, los dueños de la casa, profesionales bien situados, están preocupados por su hija adolescente y por lo monótona que se ha vuelto su vida. Eduardo y Blanca, una pareja en la que ella se quiere casar y él no; ella quiere tener un hijo, él ni se lo plantea. Antonio y Ana, un matrimonio con dos niños, a punto del divorcio. Pepe, un profesor en paro, que acude solo a la cena porque su novia está enferma… ¿o es tan sólo una excusa?  Una reunión de amigos como tantas otras, hasta que, de pronto, surge la idea. ¿Por qué no hacer algo distinto? Vamos a jugar a un juego. ¿Qué pasaría si dejásemos nuestros móviles encima de la mesa, al alcance de todos? Llamadas, SMS, Whatsapps, notificaciones de Instagram o Facebook, nuestra vida entera compartida al instante por todo el mundo.

“Perfectos desconocidos” tiene grandes momentos que invitaban a tener esperanzas en que acabase siendo una gran comedia, pero va desgastándose y al final uno simplemente acaba agotado por la concatenación de casualidades necesarias para que todo eso suceda y que nos creamos que todos fueran a exponerse tan alegremente a una situación así cuando tienen cosas que preferirían ocultar. Con todo, el bagaje general acaba siendo positivo, pero no por mucho.

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