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El polémico y brillante final del legado del clan Mishima

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photo_camera El juego destaca por su emoción y exigencia técnica.

Entre las decepciones de Tekken 7 está el Modo Historia, que ha pasado de ser un modo de juego imprescindible para ser una excusa y un complemento de los modos multijugador

NAMCO sigue siendo, tras varias décadas, el referente ineludible a la hora de hablar de juegos de lucha, con el permiso de Capcom. Con un historial  de desarrollo que cuenta en su haber con auténticas joyas del videojuegos domésticos como Soul Calibur (Sega Dreamcast, 1998) o Tekken 3 (Playstation, 1996), la compañía japonesa ha intentado reverdecer viejos laureles con Tekken 7, un juego que pretende cerrar una etapa adaptando el clásico modo de juego de la saga con algunas novedades, pero dejando por el camino las expectativas de los usuarios más exigentes.

Entre las decepciones de Tekken 7 está el Modo Historia, que ha pasado de ser un modo de juego imprescindible para ser una excusa y un complemento de los modos multijugador. Su rigidez, falta de opciones y limitaciones a la hora de escoger personajes le quitan encanto a la hora de rejugarlo. Quienes esperen la resolución de algunas tramas desarrolladas en Tekken a lo largo de la última década tendrán que esperar .

La renuncia a realizar una trama convincente por parte de Namco demuestra que los programadores han ido sobre seguro, ya que el juego apuesta por ir sobre seguro, reforzando los movimientos y compensando las habilidades de los personajes.

TÉCNICA
En cuanto a las partes positivas, el juego cuenta con un excelente modo online, y mantiene intacta su técnica de combate, en la que los movimientos y los combos deben estar calculados al máximo para realizar el máximo de daño, lo que sitúa a Tekken 7 como el gran referente del combate táctico en esta generación.

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