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Senenmut e Imhotep, los arquitectos que levantaron Egipto

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Imhotep y Senenmut fueron arquitectos, sacerdotes y también consejeros de dos poderosos faraones, Zoser y Hatshepshut. Ambos dejaron su firma sobre obras imperecedres y fijaron el canon del Egipto clásico

Imhotep lo fue todo en el reinado de Zoser, faraón de la Dinastía III, en el imperio Antiguo, hacia 2.650 a.C. Se le puede considerar el primer médico al prescribir remedios precisos para enfermedades concretas, dejando de lado encantamientos y oraciones.

Puras prescripciones empíricas basadas en la experiencia de siglos que le dieron tal fama en Egipto que fue elevado a la condición de santo, y su tumba en Sakkara, todavía sin hallar, en un lugar de peregrinaje. Los griegos tradujeron su nombre y le llamaron Asclepio, y en su nombre se fundó el gran sanatorio helénico, el de Epidauro, donde se encuentra el mayor teatro de Grecia, que formaba parte del conjunto, una especie de balneario. Para los romanos era Esculapio.  No sólo fue médico, también primer consejero del rey, sumo sacerdote y arquitecto. Suya fue la idea de erigir una tumba colosal para su amigo el faraón Zoser mediante la acumulación de mastabas, seis en total. La primera pirámide, escalonada, todavía aguanta el paso de los siglos, aunque muchos son sus achaques. Recientemente ha sido cubierta de andamios para evitar un derrumbe que supondría una catástrofe mundial. En un año y medio tendría que haberse alejado el peligro tras una limpieza y reconstrucción parcial que urge para un monumento de 47 siglos siga en pie. De hecho, todavía queda mucho por descubrir en su laberinto subterráneo de varios kilómetros. Imhotep, cuyo nombre significa “El feliz”, firmó la pirámide, un hecho inusual que le ha labrado fama imperecedera.

También firmó su obra otro arquitecto célebre, Senenmut (“El hermano de la Diosa madre”), y no menor: el templo de los millones de años de la reina-faraón Hatshepshut (“La primera de las nobles”), de la Dinastía XVIII, en torno al año 1.450 a.C.  Senenmut lo fue todo en el reinado de una de las cinco mujeres que lograron hacerse con el trono del Doble País del Nilo (las otras cuatro fueron Nefersobek, Tausert, probablemente Nefertiti y quizá Nitokris, además de las reinas ptolemaicas, aunque éstas siempre al lado de un rey) y alcanzó los puestos de sacerdote, visir y arquitecto. Además de probable amante de la soberana. Hatshepshut le encargó el templo y éste lo construyó según sus indicaciones al otro lado del Valle de los Reyes. Con los años acabó convertido en un monasterio cristiano de monjas, lo que lo salvó del pillaje. Recientemente se hizo tristemente célebre por haber sido objetivo de Al Qaeda, que provocó una matanza de turistas alemanes. En unos de sus pasillos se halló un grafito pornográfico de la reina y Senenmut contemporáneo, prueba de que el pueblo egipcio creía que ambos eran amantes, lo que en absoluto está confirmado. Sí se sabe que cuidó a la primera hija de la reina-faraón, Neferure (“Las bellezas de la luz divina”), quien tendría que haber sido la sucesora de Hatshepshut en una dinastía femenina pero que falleció siendo joven. Fue la segunda hija, llamada Meryt-Hatshepshut, quien acabó casándose con el sobrino de la reina, Tutmosis, que gobernó como el  tercero del mismo nombre. El hijo de ambos, Amenhotep II, nieto de la faraona, fue su sucesor.

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