PAISAJISMO

La sequía propicia un nuevo turismo: la visita a los pueblos sumergidos

Bande. 24-01-2017. Embalse de As Conchas y Aquis Querquennis, en Bande. Paz
photo_camera Embalse de As Conchas y Aquis Querquennis, en Bande.

La sequía que registra Galicia está dejando al descubierto paisajes que habían quedado sumergidos por los embalses

Recorrer las ruinas del campamento y la mansión Aquis Querquernis en pleno mes de enero constituye una rareza. Los arqueólogos que trabajan en esas excavaciones tienen que limitar su campaña a los períodos estivales, cuando el nivel del Limia, apresado por el embalse de As Conchas, baja su marea. Hoy está al 23 por ciento. Almacena 17,2 hectómetros cúbicos de los 72 de su capacidad. En estas mismas fechas de 2016 se encontraba por encima del 90 por ciento. Aguas abajo, el embalse de Lindoso, la mayor fuente de energía hidroeléctrica de Portugal, también ha dejado al descubierto varios pueblos del municipio de Lobios que habían sido anegados hace veinticuatro años, cuando la presa entró en servicio. Los niños que correteaban por las callejas de Aceredo tienen ahora más de treinta años y la curiosidad y la nostalgia ha llevado a muchos a rememorar aquellos paisajes que todavía tienen frescos en la memoria.

Como la sequía se ha convertido en una pertinaz compañera de estas primeras semanas del invierno, la visita de los paisajes fantasmagóricos que emergen tras la reducción de agua en los embalses se ha convertido en una suerte de turismo alternativo al propio de esta época del año, que es el turismo de nieve. Belesar, que cubrió con su lago artificial una superficie equivalente al término municipal de Arnoia, o al de Ribadumia, por poner dos ejemplos de valles vinícolas gallegos, es el que se lleva la palma en número de visitantes, sobre todo porque al paso del camino francés a Santiago, el embalse más grande de Galicia, había sumergido hace algo más de cincuenta años la villa de Portomarín y su puente medieval, construido sobre los restos de uno romano. Belesar aguanta tras su gigantesca presa de seiscientos metros de longitud 147 hectómetros cúbicos, poco más del 22 por ciento de su capacidad que está en 655 hectómetros cúbicos. Hace justo un año, tras varias semanas de lluvias, Belesar retenía nada menos que 567 hectómetros cúbicos, el 87 por ciento de su capacidad, mientras el resto de las presas Miño abajo y las del Sil, abrían sus compuertas para aliviar un nivel que en la mayoría de ellas pasaba del 90 y hasta del 95 por ciento de su aforo.

Belesar es la presa más grande de los embalses gallegos, pero no la más espectacular. Tendríamos que ir a Vilariño de Conso, para ver la impresionante pared de hormigón armado más alta de toda Galicia: 141 metros que hoy contienen tan solo el 34 por ciento de su capacidad: 189 hectómetros cúbicos, frente a los 536 que embalsa cuando su lago de 12 kilómetros cuadrados está en “pleamar”. 
La sequía mantiene los pantanos gallegos al 46 por ciento de su capacidad, frente al 87 por ciento de hace un año. La provincia de Ourense, que es la que mayor número de embalses y más capacidad tiene de toda Galicia, está levemente por encima del 50 por ciento, mientras que Pontevedra está al 44 por ciento. El nivel de los embalses no está igualado. Depende del uso que se está haciendo del agua en sus centrales hidroeléctricas para la generación de energía. Así, mientras el de Chandrexa de Queixa  se encuentra al 14 por ciento de su capacidad, y el de Salas al 20 por ciento, los de Peares, Castrelo de Miño y Frieira están al 90 por ciento.

Los ciclos de abundancia y sequía se vienen alternando a lo largo del tiempo y los pueblos sumergidos afloran nuevamente con cierta frecuencia: 2005, 2012… y ahora en 2017. Lo singular de este año hidrológico, que comenzó el pasado 1 de septiembre, está en el reparto de la sequía: mientras la Galicia húmeda vive uno de los inviernos con menos precipitaciones de los últimos años, Sevilla tiene sus pantanos por encima del 60 por ciento y Huelva supera el 75 por ciento
 

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