GASTRONOMÍA

Tartas artesanas desde Lestedo para toda Galicia

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photo_camera Tartas Lestedo.

Heredero de una tradición familiar iniciada en la década de 1950, Orlando Vázquez se ha enfrentado al reto de montar una empresa que elabora tartas para su producción en serie, sin dejar de ser un obrador artesano de pastelería y panadería, tal como hacía su padre.

Frente a la pastelería industrial  que poco a poco va invadiendo incluso las vitrinas de algunas dulcerías en las que han arrojado la toalla por el escaso beneficio y el mucho trabajo que supone mantener las elaboraciones tradicionales con productos naturales, hay pasteleros que dan una vuelta de tuerca y encuentran solución a ese dilema sin traicionar los principios heredados de sus predecesores.

Es el caso de Orlando Vázquez, propietario de la empresa Tartas Lestedo, situada en la parroquia del mismo nombre del municipio coruñés de Boqueixón. Orlando se hizo famoso por la patente de su artilugio con el que es capaz de realizar hasta 1.200 filloas por hora. Una gigantesca rueda que hace girar sobre un eje docenas de planchas filloeras que se templan sobre un sinfín de quemadores de butano.

La clave de su empresa es un amplio obrador en el que encontramos los mismos elementos que en una pastelería tradicional, pero a gran escala: mezcladoras y amasadoras, hornos, cámaras...

Tartas Lestedo trabaja fundamentalmente seis variedades de tartas, al margen de los trabajos habituales de la panadería (empanadas, filloas...) Aunque la más famosa es su tarta de queso, que se distribuye a restaurantes de toda Galicia, cuenta en su catálogo con otras que ha incorporado con posterioridad: la tarta de manzana, tarta de chocolate, tarta de orujo y la de frutos del bosque.
La tarta de queso se ha convertido en una de las señas de identidad de la firma y también de Boqueixón.

Pero además de estas cinco tartas, Orlando Vázquez sigue trabajando la tarta de Santiago tal como la hacía su padre, Leonardo Vázquez, hace más de sesenta años.
Almendra, azúcar y huevo, son los ingredientes de la tarta de Santiago, hoy amparada por un sello de indicación geográfica protegida. "Yo prefiero llamarla tarta de almendra", explica Orlando, "porque la nuestra solo lleva almendra. Y no usamos harina de almendra ni almendra molida. La rallamos y eso le da una textura singular que a mí, personalmente  me gusta más".

Orlando reconoce que cada vez resulta más difícil elaborar tartas con ingredientes naturales en un mercado en el que los precios los marcan las grandes multinacionales con sus productos de elaboración en serie. "Prácticamente no han cambiado los precios desde la época en la que hablábamos de pesetas", comenta con ironía. Pero  ha encontrado en su ingenio la manera de compensarlo.

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