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Un tinto joven de la cuenca gallega del Duero

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hay que subrayar el carácter familiar de la bodega, no solo por haber sido transmitida de padre a hija, sino también porque la bodega forma parte de un todo, con la casa en la que viven y desde la que se avistan todas las fincas de las que salen las uvas.

Si trasladamos a Monterrei la figura tan característica del Ribeiro como es el colleiteiro, Purificación García y su marido, Antonio Álvarez Triay podrían definitse como auténticos colleiteiros. Colleiteiros que siguen una tradición familiar que en el caso de Puri, le viene de su padre. La tradición y las viñas con las que conforman su viñedo. Hoy día son cuatro hectáreas repartidas en varias fincas, pero todas ellas con un territorio común, el valle del monte Ladairo, en O Rosal, municipio de Oímbra.

Y hay que subrayar el carácter familiar de la bodega, no solo por haber sido transmitida de padre a hija, sino también porque la bodega forma parte de un todo, con la casa en la que viven y desde la que se avistan todas las fincas de las que salen las uvas. No se puede tener una relación más estrecha con el viñedo y la bodega.

Purificación y Antonio fundaron Triay en 2004, sobre el conocimiento y lis viñedos heredados de Isaac García y Obdulia Domínguez. Son viñedos en los que las cepas más viejas pasan ya de los cuarenta años. El predominio, como sucede en la mayor parte de la denominación de origen Monterrei es de las variedades blancas sobre las tintas y dentro de ellas, la hegemonía es de la Godello. También en esta bodega, que elabora cinco sextas partes de blanco, unos 25.000 litros por una de tinto, que ronda los cinco mil.

Pero hoy vamos a ocuparnos del vino minoritario, el tinto. Todavía le queda mucho recorrido a los tintos de Monterrei y está claro que tarde o temprano, si no llegan a invertirse las cifras, al menos sí tienden a igualarse. Porque pocas regiones vinícolas son tan apropiadas para el cultivo yla elaboración de vino tinto como Monterrei.  Además de haberse adaptado perfectamente la Mencía, variedad mayoritaria en el vino que nos ocupa, la Tempranillo se ha convertido en una auténtica variedad autóctona, gracias a su perfecta aclimatación. Juntas ambas, la segunda dando simplemente unaspinceladas, convierten este vino en un ejemplo de calidez, de grato perfume frutal, de fácil trago. Un vino que muy bien puede competir con los jóvenes tintos de la Ribera del Duero. Y es que Oimbra también es la cuenca del Duero.

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