Con buena letra

Tipos peligrosos

Así que, en el día de hoy, les dejo dos consejos. Uno es el de mi padre: lean “La conjura de los necios”, es un libro divertidísimo. El otro es mío, aléjense de los idiotas, son peligrosos

Cuando empecé a leer “La conjura de los necios” quise abandonarlo en el primer capítulo a causa del protagonista, Ignatius J. Reilly. No me parecía que pudiera existir alguien tan repugnante como él: ignorante que se cree inteligente, adulto que vive con y de su madre porque piensa que todos los trabajos son demasiado poco para él, pedante que cree que sabe de historia porque conoce datos… No, no creía que pudiera existir nadie tan patético.


Por suerte hice caso a mi padre, que me repitió que era una novela divertidísima, y seguí con su lectura. Así me adentré en los recovecos de la mente de un necio: en su ignorancia, en su prepotencia, en su inconcebible excelente opinión de sí mismo y, finalmente, en el caos que provoca alrededor. Como suelo preferir los libros a las personas y, en el caso de tratar con éstas, procuro que sean, si no inteligentes, al menos sí conscientes de sus límites, nunca me había encontrado con un idiota. Y como los tipos humanos diferentes me fascinan, investigué más sobre éste subgénero. Hasta que di con uno: conocí al perfecto ejemplar de idiota.


¡Oh, los idiotas, qué curiosos ejemplares humanos! Lo que más me sorprende es que son tópicos andantes, todas las grandes frases que hacen referencia a ellos son absolutas verdades. Pero como yo aún no me había relacionado con ellos, no conocía estas verdades. Así, en el desconocimiento de la frase de Mark Twain: “Nunca discutas con un idiota, te rebajará a su nivel y te ganará por experiencia”, caí en la trampa y discutí con un idiota. Y sí, cuán cierto: te rebajan a su nivel y te ganan por experiencia.
Así que, en el día de hoy, les dejo dos consejos. Uno es el de mi padre: lean “La conjura de los necios”, es un libro divertidísimo. El otro es mío, aléjense de los idiotas, son peligrosos.

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