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Un paseo por las cuevas

Cueva de El Soplao
photo_camera Cueva de El Soplao.

Hay mil y un motivos por los que hacer turismo y descubrir espacios. Uno de ellos es visitar cuevas. Los más aventureros tendrán en estos espacios un lugar asombroso que regala pasadizos y formaciones mágicas

Salas subterráneas con miles de kilómetros para recorrer; increíbles lagos de aguas transparentes y cristalinas; largos ríos subterráneos; millones de estalactitas pendiendo del techo o inmensas columnas de calcita de muchos metros de altura son algunas de las maravillas que las simas, auténticos tesoros arqueológicos, ofrecen al visitante. El poder adentrarte en las cuevas es toda una aventura, no solo por la belleza que guardan en su interior sino por lo impresionantes que pueden llegar a ser por dentro, vale la pena para todos los públicos. 

Dentro de este turismo de cuevas tienen cabida los más aventureros, con la práctica del espeleoturismo, pero también los más prudentes, quienes pueden visitar las salas y galerías de muchas de estas cavidades de una forma totalmente segura y cómoda.

La Gruta de las Maravillas, localizada Aracena (Huelva). Abierta al público en 1914, la Gruta de las Maravillas es una de las pioneras del turismo subterráneo en España y cuenta con tres niveles de galerías superpuestos en los que se pueden comprobar los caprichos que la naturaleza ha realizado con la ayuda del agua, la roca y el tiempo.

En esta lista no pueden faltar las cuevas de Yesos de Sorbas (Almería), que se visitan con un casco con linterna, ante la falta de luz artificial; las Cuevas del Salnitre, en Collbató (Barcelona), cuyas formaciones geológicas sirvieron de inspiración a Gaudí; la mina abandonada de La Jayona, en Fuente del Arco (Extremadura) o la Cueva del Castillo, en Puente Viesgo (Cantabria), con más de 275 figuras rupestres.

Cueva Palomera, en la provincia de Burgos, con cien kilómetros de profundidad, es la cavidad subterránea visitable más grande de España, mientras que las Cuevas de Campanet, en la sierra mallorquina de la Tramontana, destacan por la riqueza de sus formaciones calcáreas.

Cantabria guarda en su interior la mayor densidad de cuevas con arte rupestre del mundo, más de 60 con pinturas en sus paredes. Altamira y las otras nueve cavidades declaradas Patrimonio de la Humanidad son el símbolo universal de esta valiosa herencia paleolítica que convive con otro legado subterráneo no menos sorprende: las más de 6.500 cuevas de impresionantes formas geológicas y paisajes espectaculares como El Soplao. Considerada una de las grandes maravillas de la geología, al atesorar en su interior un paraíso geológico de estalagmitas, estalactitas, columnas gigantes, dientes de perro o perlas de las cavernas.

Otro buen ejemplo lo constituye la Cueva de Pozalagua, situada a 52 km de Bilbao, dentro del Parque Natural de Armañon, abierta al público en 1991 y cuyo recorrido se realiza entre formaciones de columnas y coladas tras las cuales se atraviesa un lago desecado por acción de las voladuras de la cantera para llegar a la sala Versalles, donde puede contemplarse la mayor proliferación de excéntricas de la gruta.

Para los amantes de la espeleología que deseen ir más allá de la visita turística hay cuevas como las de Arrikrutz (Guipúzcoa), Valporquero (León) o Nerja (Málaga) que ofrecen distintas posibilidades a los más aventureros, aunque, eso sí, siempre acompañados de guías conocedores de la zona y equipados con un casco con luz, mono y botas para adentrarse en las profundidades de la tierra.

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