La crítica

“Un pliegue en el tiempo”

Storm Reid is Meg Murry in Disney’s A WRINKLE IN TIME,  an epic adventure based on Madeleine L’Engle’s timeless classis.
photo_camera Una de las escenas de la película "Un pliegue en el tiempo".

La sobredosis de brillantina y CGI ahoga lo que podía ser un sugerente propuesta

Ava DuVernay, directora de las apreciables “Selma” y “Middle of Nowhere”, es quien lleva las riendas de Un pliegue en el tiempo, la superproducción con la que Disney adapta a la gran pantalla la popular novela juvenil de los sesenta Una arruga en el tiempo, de Madeleine L’Engle. Un filme cargado de buenas intenciones, pero cuyo didáctico mensaje queda totalmente ahogado por el exceso de brillantina, el desmesurado CGI y un guión falto de ritmo que avanza a trompicones y adolece de vacíos insalvables.

La de “Un pliegue en el tiempo” es la historia de Meg (Storm Reid), una joven preadolescente -es a ellos a quieres se dirige específicamente esta película, según dice la propia DuVernay- que no encaja en ningún lado. Meg soporta el bullying al que se ve sometida en el colegio mientras lidia con la ausencia de su padre (Chris Pine), un científico obsesionado con la idea de viajar en el espacio y en el tiempo por todo el universo a través de la mente del que nadie sabe nada desde hace cuatro años.

Mientras su madre (Gugu Mbatha-Raw) intenta mantener la estabilidad familiar, comienzan a sucederse, con la extraña connivencia de su hermano pequeño, extraños sucesos que culminan en la presentación de tres ‘chirriscantes’ y multirraciales guías espirituales emperifolladas hasta las cejas interpretadas por Oprah Winfrey, Reese Witherspoon y Mindy Kaling.

“Un pliegue en el tiempo” no pasa de ser una aventura muy irregular sobre el poder del amor, de la familia y de la imaginación en la que la y excéntrica apuesta visual aplasta a la narración. Es una pena que el invasivo y desatado CGI se imponga a la emoción.

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