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Hay veces que el continente supera el contenido

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Me gustaron los ocho pimientos de Padrón del aperitivo, servidos en un hermoso frasquito. También la crema de aguacate con salmón. Me gustó menos el secreto de cerdo ibérico.

Hacía un sol radiante en Pontevedra el pasado miércoles. Me apetecía ir a un histórico que hay cerca de La Peregrina, pero eché un vistazo y no me gustaba el menú de ese día. Demasiado risotto y tataki y poco producto nacional. Seguí calle adelante hasta llegar a la Plaza de la Leña, que estaba de bote en bote.

En realdiad, todo el casco histórico de Pontevedra estaba lleno hasta la bandera, sobre todo en los restaurantes y mesones que tienen terraza a las calles y plazas peatonales. Me sentí como un guiri que sigue una de esas guías turísticas inglesas en las que les señalan los monumentos y las plazas que no deben de perderse al visitar una ciudad.

Y en verdad que la de la Leña es una de esos espacios. Había guiris pero también indígenas. El menú del Loaira ofrecía por 11,90 tres pases: un aperitivo de pimientos de Padrón o mejillones en escabeche, dos cremas y a elegir entre merluza y secreto de cerdo ibérico.

Me gustaron los ocho pimientos de Padrón del aperitivo, servidos en un hermoso frasquito. También la crema de aguacate con salmón. Me gustó menos el secreto de cerdo ibérico.

Lo encontré seco, pero bueno, podía pasar, y no me gustó nada el postre, una versión extraña de tiramisú servido en tarrito de cristal. 11.90 euros no es un precio elevado si se tiene en cuenta que también se paga el emplazamiento y que los platos tenían cierta elegancia en su puesta en escena.

No así la propia escena, es decir, la mesa, en la que no había mantel, ni siquiera de papel y el cambio de un servicio a los comensales anteriores por los siguientes, es decir, nosotros, se resolvió con el pase de un paño. El menú estuvo bien, dentro de lo que cabe, el servicio muy atento, pero yo pondría un mantelito.

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