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Viña Costeira con aromas de Valdeorras

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Un vino frutal, cálido, de paso muy agradable en boca. Un vino con cuerpo que se bebe sin complejos y desmiente, una vez más, que para tintos hay que salir de Galicia.

La cosecha de 2015 sirvió de presentación en sociedad no solo de este vino, sino también de la actividad de la Cooperativa Viña Costeira en la DO Valdeorras. El Valle del Bibei a su paso por Larouco sirve de escenario en el que crecen desde hace décadas las cepas de las que sale este vino. El clima, a caballo entre continental y algunos rasgos atlánticos, el suelo, el soleamiento y la altitud configuran la personalidad de este tinto que sorprendió en su momento a quienes estaban acostumbrados al perfil Ribeiro de los vinos que elabora y comercializa Viña Costeira. 

Está claro que no caben comparaciones entre los vinos de una y otra denominación. Viña Costeira buscó en esta nueva aventura vitivinícola el complemento, la ampliación de su paleta de registros. Y en verdad que lo han conseguido. 

La adquisición de la bodega y los viñedos de Larouco puso en marcha este proyecto que podría haber iniciado su andadura de manera independiente, como han hecho otras bodegas cuando se adentraron en nuevas regiones vitivinícolas, pero Viña Costeira prefirió mantener la marca que tanto éxito comercial le ha proporcionado a lo largo de las últimas décadas no solo en Galicia sino también fuera de ella, para etiquetar este tinto elaborado en la misma provincia pero al amparo de otro consejo regulador.

El resultado no decepcionará a quien lo pruebe. Es un tinto con personalidad, con carácter, dentro de su juventud. Un vino elaborado mayoritariamente con Mencía, la variedad que se impone en los tintos de las regiones vinícolas ourensanas, pero al que le aportan matices singulares dos uvas que le acompañan en proporciones minoritarias a la hora de elaborar el ensamblaje. Nos referimos a la Sousón, una uva muy atlántica, que en Portugal denominan Vinhao, y a la Garnacha tintorera, procedente de cepas viejas, todo un emblema de la viticultura continental que está recuperando su merecido reconocimiento. 

Un vino frutal, cálido, de paso muy agradable en boca. Un vino con cuerpo que se bebe sin complejos y desmiente, una vez más, que para tintos hay que salir de Galicia.

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