GASTRONOMÍA

Pedrazais Mencía, un vino de finca con crianza y grandes vistas

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photo_camera Vistas de la bodega Alan de Val.

La bodega Alan de Val cuenta con quince hectáreas repartidas en varias fincas por distintas zonas de la denominación de origen: Vilamartín de Valdeorras, Larouco y A Rúa.

A punto de cumplir sus primeros 25 años de historia, la bodega Alan de Val ha ido incrementando paso a paso, su catálogo de elaboraciones y lo ha hecho, con una mirada puesta en los vinos tintos, una vez que sus blancos ya habían entrado con buen pie en el mercado tanto nacional como internacional. Su trabajo con variedades como la Garnacha tintorera, la Brancellao o el coupage de esta última con Caíño y Sousón, son dignos de pasar por la copa y degustar con detenimiento.

20180104192300228_resultLa bodega cuenta con quince hectáreas repartidas en varias fincas por distintas zonas de la denominación de origen: Vilamartín de Valdeorras, Larouco y A Rúa. En este último municipio se encuentra la bodega y una de sus fincas emblemáticas, Pedrazais, con una hectárea y media de extensión, desde la que se tiene una visión panorámica y extensa del valle del Sil y de la villa ruense. Su exposición al Sur, su ligera inclinación y un suelo pizarroso poco profundo, conforman las señas de identidad que transmite a los vinos que se elaboran con las uvas de sus cepas, plantadas hace algo más de veinte años.

Entre los vinos que forman parte de su catálogo, Pedrazais Mencía es un tinto de finca, de esa misma finca, con crianza en barrica de roble francés.
Los racimos, una vez despalillados, son estrujados y se procede a la fermentación alcohólica en depósitos de acero inoxidable, a una temperatura controlada enbtre 28 y 30 grados. El vino sigue su proceso con la fermentación maloláctica y tras dos trasiegos es trasvasado a barricas de roble francés en las que se lleva a cabo una crianza de 9 meses como mínimo, va a depender de la añada,  y después es embotellado. Una vez en botella todavía permanecerá otros cuatro meses de reposo en durmientes antes de salir al mercado.

Es un vino muy bien afinado que conserva el protagonismo frutal en sus aromas, de cálido trago  y persistente. Un vino muy equilibrado en el que la Mencía de Valdeorras expresa con sinceridad todas sus características y gana en elegancia frente al Mencía joven gracias a ese sutil rasgo de identidad que le aporta la madera durante la crianza. 

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