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Un vino de paisaje desde La Rioja Alavesa

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photo_camera Pisado de uvas en La Carbonera.

De esta bodega riojana, acaba de ser lanzado al mercado su primer gran vino singular, Las pisadas, elaborado con una selección de uva procedente de parcelas cultivadas con cepas en vaso de edades comprendidas entre los 25 y los 50 años

Se llama La Carbonera. Su viñedo de 18 hectáreas se encuentra en La Rioja Alavesa y es propiedad de la familia Torres, quizá uno de los apellidos españoles con más larga tradición en la elaboración de vinos y el que más prestigio internacional posee más allá de nuestras fronteras.

Conocida por sus bodegas en distintas denominaciones de origen catalanas, hace ya tiempo que inició su expansión hacia el resto de las regiones vinícolas españolas, Rías Baixas incluída, aunque este camino lo emprendió tras un periplo trasatlántico que les había llevado a fundar bodegas en California y Chile el siglo pasado.

De esta bodega riojana, acaba de ser lanzado al mercado su primer gran vino singular: Las pisadas.

Elaborado con una selección de uva procedente de parcelas cultivadas con cepas en vaso de edades comprendidas entre los 25 y los 50 años, todas ellas en el municipio alavés de Labastida, pero con distintas alturas: repartidos en tres zonas situadas a diferentes alturas: la zona baja, próxima a la ribera del Ebro, está situada entre los 440 y 460 metros; la zona media en los alrededores de Labastida se sitúa a 540 metros sobre el nivel del mar, y las parcelas de la zona alta se encuentran a las faldas de la sierra de Toloño, entre 600 y 650 metros de altura, dando lugar a vinos más frescos.

Tras la vendimia frealizada a mano  se procedió a la vinificación por separado de los mejores lotes en depósitos de acero inoxidable y a su posterior crianza en barricas de roble francés parcialmente nuevas, durante diez meses y otros 12 meses en botella antes de salir al mercado.

Las Pisadas es un vino que la propia bodega califica de “vino de paisaje” y no le faltan argumentos, pues en esta selección de uva y de lotes se ejemplifica las cualidades que el terreno, su orografía, sus diferentes altitudes aportan al conjunto, como los matices que se armonizan en un paisaje. Así, aunque estamos ante un monovarietal de Tempranillo, la uva por excelencia de La Rioja, aporta en nariz y en boca más elementos sensoriales, que si procediera de un mismo terreno. Frescura, una amplitud frutal destacable, con un toque especiado. Un vino cálido y bien criado.

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