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Vinos ourensanos que triunfan

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La revista de Robert Parker da sobresaliente a sesenta vinos y decanter, a una treintena. Los vinos blancos, sobre todo del Ribeiro seducen a la crítica y al público internacional

Un total de sesenta vinos ourensanos consiguieron 90 o más puntos en el ranking de 2017 de la revista norteamericana “The Wine Advocat”, el abogado del vino, que fundó Robert Parker en 1978 y hoy se ha convertido en el primer referente del mercado estadounidense y en uno de los grandes gurús del vino en todo el mundo.

La puntuación de este abogado que dejó su actividad en el ámbito financiero para convertir en profesión su pasión por el vino, evalúa las muestras catadas en un baremo que va de 50 a 100 puntos. Las bodegas suelen presumir de la puntuación obtenida, cuando alcanzan más de 80 puntos. Entre 80 y 89 puntos, están considerados vinos buenos, por encima de la media. 

Pero alcanzar 90 ya los sitúa en otro nivel. Ya son considerados vinos fuera de serie, entre los mejores de su categoría, un valor que va creciendo hasta 95 puntos. De 96 a 100, la valoración se eleva a la categoría de extraordinarios. Es, de alguna manera, el equivalente académico del sobresaliente, en el primer tramo, y la matrícula de honor en el segundo. Si tener más de 90 puntos garantiza mejorar las ventas en los mercados tanto nacional como internacionales, superar los 96 significa agotar las existencias.

Cuando Robert Parker comenzó su andadura como “abogado del vino”, en realidad decidió adoptar más la función de fiscal que de defensor. Sus puntuaciones siempre fueron consideradas rigurosas y tendentes a rebajar la valoración ante la presencia de los defectos más nimios. Casi cuarenta años después de iniciar su andadura, la revista de Parker cuenta con un equipo de catadores que siguen esas mismas directrices y que se especializan en áreas geográficas y denoinaciones de origen, lo que les permite tener un mejor conocimiento del medio en el que se mueven.

Otro tanto sucede con las evaluaciones realizadas por los críticos de la revista británica Decanter, promotora de los Decanter World Wine Awards, uno de los concursos internacionales más prestigiosos del mundo en materia de vinos. En sus evaluaciones de este año, la publicación ha puntuado con 90 o más puntos una treintena larga de vinos ourensanos.

Muchos de los vinos que obtienen buenos resultados en “The Wine Advocat”, los consiguen también en Decanter, y viceversa, lo que refuerza esa visión del triunfo de los vinos ourensanos frente a los paladares y narices de los catadores de estas publicaciones de prestigio internacional.

UNA LARGA TRAVESÍA

Pero para llegar a este nivel, los vinos gallegos en general y ourensanos en particular tuvieron que realizar una larga travesía. Porque hace un cuarto de siglo eran muy pocos los que cruzaban el Padornelo y la presencia fuera del mercado español era todavía más pequeña. La gran reconversión tecnológica y de los viñedos que se produjo a partir de la década de 1990, apostando por las variedades autóctonas, emergiendo nuevas denominaciones de origen como Ribeira Sacra y Monterrei, fueron cambiando el panorama vitivinícola ourensano y también la percepción que de él se tenía fuera de nuestras fronteras.

La necesidad también influyó y las bodegas. Primero, con la caída del mercado del vino de mesa, y la aparición de un público menos bebedor pero más exigente, que inclinó definitivamente la balanza en favor de variedades como Treixadura, Godello, Mencía, Brancellao, Sousón, todas ellas autóctonas, frente a las foráneas que habían sido utilizadas por su fácil adaptación al suelo, su alta producción y resistencia a enfermedades, especialmente hasta la década de 1970. En la segunda mitad de la primera década de este siglo, las variedades autóctonas ya eran mayoritarias en las dos denominaciones de origen históricas de Galicia: Ribeiro y Valdeorras, un hecho que ya era natural en las tres más recientes: Rías Baixas, Ribeira Sacra y Monterrei.

La segunda crisis llegó con la recesión económica y la crisis de 2008. La caída del mercado nacional obligó a muchas bodegas a salir a los mercados internacionales. La búsqueda de importadores, la necesidad de obtener visibilidad en el exterior, propició la presencia de vinos gallegos en los grandes premios internacionales: Burdeos, Bruselas, Decanter... El resultado, sobre todo a partir del comienzo de esta década resultó sorprendente, cuando una provincia como Ourense, conseguía más medallas que Estados Unidos o que Alemania.

LOS BLANCOS MÁS VALORADOS

Los vinos blancos son los más y mejor valorados. Decanter, califica con la valoración de extraordinarios, la máxima que destina a aquellos vinos puntuados con 95 a 100 puntos, un total de cinco vinos gallegos, de los cuales, cuatro son del Ribeiro. Emili Rojo de 2015, con 97 puntos, encabeza este cuadro de honor, en el que Pazo Tizón, con 96, obtiene el segundo puesto y el primero de los vinos de la cosecha de 2016. Finca Viñoa y Lagar do Meréns, con 95 puntos les siguen.

La revista de Parker que es más austera en sus puntuaciones, otorga su máxima valoración a un vino gallego a Sorte O Soro, un Godello de Valdeorras que alcanza los 96 puntos en la cosecha de 2015,  frente a los 97 que había logrado el año pasado con la cosecha de 2014.

Entre los vinos sobresalientes. según Luis Gutiérrez, el catador de “The Wine Advocat” para España, tres Ribeiros: Emilio Rojo 2015, Viña de Martín Escolma 2012 y Teira X 2015 obtienen 94 puntos, la misma valoración que consigue Dominio do Bibei tinto de 2014, de la bodega Dominio do Bibei, de la Ribeira Sacra ourensana en la subzona del Bibei, en Manzaneda, que ha conseguido situar por encima de los 90 puntos todos sus vinos.

Entre los blancos que obtienen 90 o más puntos, en ambas publicaciones especializadas, los vinos del Ribeiro predominan. En la lista de los sobresalientes, se encuentran referencias como Beade Primacía, de bodegas A Portela, Issué del colleiteiro Bernardo Estévez, Mauro Estévez, del también colleiteiro José Estévez,  todos los blancos de Adega Sameirás, la mayoría de las referencias de Luis Anxo Rodríguez; Finca Misenhora, Finca Loureira y Casal de Armán, de ésta bodega, y distintas añadas y vinos del colleiteiro Manuel Formigo. 

La lista se extiende con nombres como Cuñas Davia Barrica, Viña Meín, Renacido, de Pablo Vidal, El Paraguas y La Sombrilla, de bodegas El Paraguas, tintos como Preto, de Áurea Lux, Colleita 2 de Cume do Avia, o Alborexar no Ribeiro de la bodega homónima.

José Luis Mateo, desde la DO Monterrei, vuelve a destacar con uno de sus vinos, Quinta da Muradella. De la misma región vinícola la puntuación sobresaliente también seala el Godello de Minius y el gGodello y Treixadura de Vía Arxéntea.

TIEMPO PARA LOS GALLEGOS

Para Pablo Estévez, secretario de la Asociación Galega de Enólogos, la clave de este éxito hay que encontrarla en dos factores fundamentales. “El primero, es el buen trabajo que se está haciendo en la viticultura y en la vinicultura en Galicia.  El segundo, que Galicia cuenta con una viticultura propia, que se basa en variedades autóctonas, que permiten la elaboración de vinos con perfiles muy atractivos y distintivos que. una vez que se conocen, triunfan en los mercados internacionales”.

Cuando Parker comenzó su andadura, fijó su atención en los vinos franceses y se convirtieron en el modelo de referencia a partir del cual se evaluaron la mayor parte de los vinos internacionales. Variedades de origen francés, implantadas en regiones vinícolas de todo el mundo eran las más demandadas, tanto en vinos blancos como especialmente en tintos. Pero los tiempos están cambiando y hoy se aprecian tanto los vinos gallegos monovarietales, empujados por el tirón que tuvo en primera instancia el Albariño de Rías Baixas, seguido luego por el Godello  de Valdeorras y Monterrei y la Treixadura del Ribeiro, como ahora los polivarietales. los vinos de variedades autóctonas ensambladas como las que ahora obtienen las máximas puntuaciones en las revistas y guías especializadas y consiguen las medallas en los concursos internacionales. 

En opinión del secretario de los enólogos gallegos, el mercado está descubriendo la singularidad de los vinos gallegos y se deja seducir por sus cualidades. “Puede que sea una moda, pero lo cierto es que los vinos gallegos, sobre todo los blancos, están en su momento, no es solo una cuestión de crítica, también de público”.

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