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Virtuosismo en la parrilla con una lubina salvaje

Restaurante Tio Pepe Robalo a la espalda_result
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Un servicio impecable, discreto y siempre atento y una cocina que va mucho más allá de esa parrilla en la que con habilidad y técnica, saben dejar al punto cada uno de los pescados que pasan por ella

Cuando fui por primera vez a Fão, hace 32 años el restaurante Tio Pepe ya era un clásico. Había sido fundado por cuatro socios, dos de ellos españoles en 1972. La apariencia exterior es de un pequeño restaurante con parrillada que está a la vista tras un gran ventanal que da a una pequeña calle de esta localidad portuguesa que pertenece al municipio de Esposende.

Pero una vez dentro, se percibe un ambiente acogedor en el que cada detalle está extraordinariamente cuidado, desde el comedor a los baños, o en la barra del bar, forrada con la madera de cajas de vino que ya nos anticipan que posee una portentosa bodega.

Un servicio impecable, discreto y siempre atento y una cocina que va mucho más allá de esa parrilla en la que con habilidad y técnica, saben dejar al punto cada uno de los pescados que pasan por ella. En esta ocasión fue un róbalo, una lubina de más de dos kilos compartida por cuatro comensales, hecha a la espalda, con una sencilla pero sabrosa guarnición de patatas “a murro” y unos grelos salteados con aceite y ajo.

La pieza, recién pescada en las batidas aguas de la costa en pleno temporal, era un ejemplar delicioso y el parrillero demostró estar a la altura de las circunstancias porque consiguió potenciar el sabor manteniendo esa textura tan delicada de este pescado. Ya en otra ocasión había disfrutado de un bacalao al horno memorable, así que ahora, en la reincidencia múltiple no puedo por menos que considerarlo uno de los mejores restaurantes por su relación entre calidad y precio.

Si sumamos la materia prima, el buen hacer de la cocina, el servicio y la calidez del espacio y los enfrentamos a los 15 euros que cuesta por persona, pocos restaurantes lo igualan.

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