Más cerca de Berlín que de Madrid, el WOS es desde hace años una parada obligada para entender la evolución del audiovisual
Work on Sunday. Así se llama la promotora que desde hace años lleva a cabo en Santiago, cada septiembre, el festival urbano por excelencia en España. Y si me atrevo a decir España entera es porque no hay lugar ni espacio similar en todo el territorio estatal a Compostela, y eso hace del WOS una cita única.
Si bien siempre ha estado vinculado a la búsqueda de nuevos sonidos y propuestas realmente innovadoras –en sus inicios el festival contaba con muchas “guitarras” en el line up–, el tiempo y la idea de ser una cita diferente en la que descubrir y redescubrir sonidos ha ido dándole cada vez menos protagonismo a este tipo de formaciones para poner en primera plana la eléctronica y la música basada, creada y tocada con las últimas tecnologías.
Para chequear esta evolución solo hay que ver su historial, con nombres como Roly Porter & MFO, Vessel, Silver Apples, Fluzo, The Soft Moon, Michael Rother plays Neu!, Robert Henke: Lumière III, Beak>, Demdike Stare, Greg Fox, Samuel Kerridge o Julia Kent.
Más cerca de Berlín que de Madrid, el WOS hace años que es una parada obligada para aquellos que desean explorar nuevas formas de entender el mundo audiovisual. Porque no solo de música vive el festival. Charlas, cursos intensivos, ponencias o proyecciones convierten a este evento en toda una experiencia cultural, en la totalidad de la palabra
Con una imagen y un cuidado por todos sus eventos difícil de encontrar, el WOS se ha hecho un hueco en las agendas de medio país y cada vez mira más a Europa, de donde procede una parte, al alza, de su público.
Viviendo el WOS se percibe lo importancia de la educación cultural, y poder nutrir la geografía de eventos de Galicia con acciones como este festival, el Sinsal o el 981 Heritage, que tuvo que emigrar a Madrid por falta de apoyos institucionales –no de público–.
Entre el 12 y el 16 de septiembre tienen un oportunidad maravillosa de acercase a Santiago y dejarse llevar por los sonidos de la vanguardia en espacios absolutamente mágicos. Conciertos que a veces dejan sentimientos encontrados. Pero eso está muy lejos de ser malo. Esa sensación es el primer paso para entender casi todo.
