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Andrés Rosendo, un árbitro de Ribadavia en el panorama internacional

photo_camera Andrés Rosendo, el viernes en el polideportivo O Consello, en Ribadavia, después de regresar de Polonia.

El colegiado ourensano fue incluido dentro del programa para jóvenes árbitros europeos y pasó tres semanas pitando partidos en la máxima categoría de Polonia ante equipos de enorme nivel

En muchas situaciones de la vida las casualidades y saber aprovechar las oportunidades son la clave para labrarse un futuro en el mundo del deporte.

Andrés Rosendo (Ribadavia, 20 de marzo de 1989) es uno de los ejemplos de esos factores. "Empecé jugando en las categorías de base del Viña Costeira y recuerdo que con 13 o 14 años llegó un comunicado de la Federación con una convocatoria para un curso de árbitros. Durante un par de meses me formé en Vigo los fines de semana y comencé a arbitrar¡r a nivel local, aunque durante un tiempo lo dejé".

Apartado, pero no olvidado. Por situaciones de la vida, el arbitraje volvió a la vida de Andrés "tras una lesión bastante complicada en el tobillo y la llegada de los estudios universitarios. Fue una manera de seguir ligado al deporte, y en especial al balonmano".

Con "tesón, ganas y especialmente mucha humildad", como afirma el árbitro ourensano, se fueron sucediendo los éxitos hasta llegar a la categoría en la que ahora arbitra, la Primera división nacional.

Sin embargo, y gracias a un proyecto de la Federación Europea de Balonmano que busca formar a jóvenes árbitros para que lleguen a la internacionalidad, Rosendo y su compañero, el porriñés Sergio Rodríguez, viajaron el pasado mes de noviembre hasta la lejana Polonia para arbitrar cinco partidos de la máxima categoría de ese país. "Fue una experiencia muy gratificante y totalmente diferente a lo que estamos habituados aquí en España. El respeto y aceptación de nuestras decisiones es máximo, rara es la vez que nos encontramos con alguna protesta", destaca para disipar una duda que a mucha gente podría planteársele con la posible barrera idiomática: "realmente no hubo diferencias en ese aspecto. Por un motivo u otro muchos de los jugadores que están en Polonia jugaron en la Liga Asobal o son españoles o hablan algo de español. Con los demás en inglés sin problema" y destaca además que "pitar con 4.000 personas en las gradas es absolutamente impresionante. En uno de ellos cuadró además con el día de la independencia y ver a todos de pie aplaudiendo a final de partido es algo que no olvidaré en la vida".

Aun así, esta no fue la primera experiencia de Andrés en el balonmano internacional, ya que "durante la temporada pasada estuvimos pitando en un campeonato noruego juvenil por equipos, un balonmano muy diferente al español. Allí es todo mucho más físico, con más fuerza y dinámico pero por contra eso repercute en el aspecto técnico. Además también pité el pasado verano en Portugal en verano", toda una aventurero del deporte que aspira a lo máximo en el futuro.

La ambición

"Soy ambicioso, me gustaría pensar en algo más que llegar a la liga Asobal. Obviamente hay planificar las cosas siempre pensando en el esfuerzo y la humildad pero me encantaría llegar a pitar partidos a nivel internacional, de Champions...y como no, poder estar en unos Juegos Olímpicos aunque creo que Río 2016 está descartado, me pilla en una fecha demasiado temprana como para plantearme siquiera el llegar", destaca una de las figuras más prometedoras del arbitraje en el balonmano gallego y nacional.

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