Además del mérito individual, Aron Sarmiento se colgó su segunda medalla de bronce en el mundial de Belgrado
Hablar del hockey en Ourense es acordarse de los años prodigiosos del Barrocás en la División de Honor en hierba. Sin embargo, la búsqueda en la hemeroteca se complica cuando se trata de hockey hielo.
Desde Ourense a Suiza, volando a Canadá y de nuevo aterrizando en la ciudad de As Burgas. Es un viaje largo pero que Aron Sarmiento conoce a la perfección. Sus abuelos emigraron a Suiza y se enraizaron en el centro de Europa. Sin embargo, ellos volvieron, pero los padres de Aron se quedaron en el corazón del viejo continente.
"Todos los veranos voy a Ourense a visitar a mis abuelos, que viven en O Couto", explica el jugador.
Aron Sarmiento fue nombrado el mejor defensa del mundo tras la disputa del Campeonato Mundial sub 18 de hockey hielo en Belgrado. Desde Serbia y con la camiseta de la selección española, los aficionados al stick vieron como este joven con sangre ourensana se colgaba la medalla de bronce.
"Primero estuvimos una semana de entrenamiento en Budapest antes de ir al Mundial. Fue una concentración de preparación para llegar bien al torneo", recuerda el deportista. En el camino se encontraron con retos a los que superar: "El Mundial lo empezamos muy bien. Primero ganamos a Bélgica y después a Serbia. Sin embargo, en el tercer partido perdimos contra Australia por 4-1. Ese partido nos penalizó mucho, aunque después le ganamos a Holanda e Islandia", narra Aron tras besar de nuevo la medalla de bronce, pero no se conforma: "Aunque llevo dos bronces, quiero una de oro con la selección. No me voy a quedar ahí. Es algo que me gustaría conseguir".
"Esto engancha"
Tiene dieciséis años y demuestra la claridad de sus objetivos con la misma maestría con la que defiende su portería: "Me gustaría llegar lo más lejos posible en este deporte. Sueño con jugar en la NLA, la mejor liga de Suiza".
Aron Sarmiento se enganchó al hockey hielo por Rafael Díaz, un español-suizo, que cuidaba a su hermano y le mostró la energía de jugar a un deporte desconocido para muchos. "Empecé a jugar así, pero después mi padre me llevaba a partidos y cada vez iba aumentando más mi interés hasta que me aventuré a jugar", relata.
Desde aquellos primeros pasos, Aron Sarmiento ha construido los mimbres para que su afición se convierta en una profesión: "Queda mucho, pero quiero probar en un equipo superior para seguir mejorando".
Le dijeron que era demasiado bajo para un deporte tan físico. Aquellos que le descartaron ahora se tiran de los pelos.
