Mucho más que un clásico

Un Salesianos-Maristas nunca es un partido más. No lo era antes, cuando las distintas formaciones del Bosco jugaban en el patio o en el viejo pabellón colegial y en Maristas las canchas eran todavía exteriores, ni lo son ahora aun cuando de lo que se trate sea de baloncesto base.

Tan intenso en la grada como en banquillos y cancha, un Salesianos-Maristas es siempre -antes y ahora- garantía de rivalidad, entrega y esfuerzo colectivo. Si a esto se une que la cita de las que fueron primeras escuelas ourensanas llegaba marcada "en rojo", penúltima jornada de fase regular, y con los equipos pugnando con el sorprendente Allariz tras un Blanco Amor hasta el sábado "intratable"; los ingredientes no podían ser mejores en un cóctel de actitud, nervios y alternativas que el marcador se encargaría sin embargo de compensar finalmente.

Del resultado del primer partido  -63-70 para un Bosco que desde el exterior cortaba en el último cuarto la fuente de alimentación a Maristas-, aprendieron estos la importancia del trabajo en primera línea desde el minuto uno, validando en ataque en dos primeros cuartos plenos de acierto su esfuerzo colectivo en defensa. Centrado en los puntos fuertes de un Bosco al que costó demasiado recomponerse, Maristas siguió viviendo hasta el descanso de los ajustes en su zona para concretar luego tanto en la rival bajo el aro como desde las distintas líneas de tiro.

Cambió el Bosco, mucho más coherente superado el intermedio, y de hecho suyos fueron cuarto y quinto tiempos frente a un Maristas que cedió al límite en el primero y sufrió para evitar un vuelco en el segundo, retomando su propuesta inicial en el último periodo. Superado el Bosco por un rival que  reservó juego e ideas en previsión de ese final que se aventuraba ajustado, bastó el comienzo del sexto para certificar la apuesta de Maristas, que regresaba al acierto con rentas de 8, 10 y hasta 13 puntos para completar en 14 el final del partido.