El caboverdiano Wilson Tavares, tras 10 años en Ourense, sigue acumulando títulos gallegos y sueña con el profesionalismo
Wilson Tavares es uno de esos jóvenes valores que pelean (literalmente) por alcanzar su sueño entre las cuatro cuerdas. Nacido en Cabo Verde en 1993, lleva casi una década viviendo en Ourense. En ese tiempo retomó con fuerza la práctica del boxeo en el gimnasio VBox. Y con resultados. Son tres campeonatos gallegos consecutivos y, por una cuestión burocrática, aún no pudo vivir un Nacional. "Antes tengo que arreglar el asunto de la nacionalidad española. Me quedan seis meses para cumplir los 10 años aquí y no creo que pueda ir al próximo Campeonato de España en julio", lamenta el deportista.
El boxeo ha estado presente gran parte de su vida. En menor o mayor grado. "En Cabo Verde estuve boxeando de pequeño, con 11 años. Fue con 15 cuando me vine para Ourense porque mi padre ya estaba aquí. Vine con mis dos hermanos y ahora ya estamos todos. Los tres primeros años en la ciudad no boxeé por cuestión de estudios e idioma. Luego volví a empezar con Veni Alonso (entrenador) y hasta ahora".
Tuvo que ponerse las pilas y "resetear" lo aprendido. "Empecé de cero porque en Cabo Verde entrenaba muy por encima. Las técnicas no tenía nada que ver, no son como ahora, pero sí que me quedé con el gusto por el boxeo y la 'espinita' clavada de volver. Comencé desde el principio. Sabía que aquí iba a tener más oportunidades.
Este Superpluma (menos de 60 kilos) sabe que tres títulos gallegos no se consiguen de casualidad. La dosis de talento innato existe, pero tiene que se completada con dedicación y esfuerzo. Algo que no es negociable para Wilson Tavares. "A base de trabajar y estar ahí todos los días. Voy de mañana y tarde a entrenar porque trabajo en un negocio de lavado de coches y me tengo que adaptar según los turnos que tenga. Cuando estoy de tarde, voy al gimnasio pronto, sobre las 7 de la mañana. En total, calculo que entreno más de 20 horas semanales", señala Tavares.
Nota la progresión que da el paso del tiempo. "El primer Autonómico fue el más complicado, ahora se nota la experiencia. Tengo la técnica mejor trabajada. Cada día que entrenas, cuenta", afirma con rotundidad.
Es uno de los rostros que está situando al boxeo ourensano en el mapa. Otra vez. Con un pero. "En Ourense hacía falta organizar más veladas. Tengo más combates fuera que en casa. Aquí son contados. Debí pelear cuatro veces. Y cuando se organizaron, la gente respondió. Recuerdo el año pasado que había gente, te felicitaban por el combate... Y lejos de la ciudad es más complicado que te vayan a ver".
Tiene el futuro en sus manos. "El año que viene me gustaría dar el paso a profesionales". Subirá el nivel pero también la ilusión de un púgil que va a por todas.
