MONTERREI

El Consello Regulador reconoce la labor de Isabel Alonso Pardo

photo_camera Isabel Alonso, en una imagen tomada en una de las viñas de su propiedad.

Esta viticultora de Oímbra, de 83 años, entra a formar parte de la cofradía de la Denominación de Orixe 

Fue uno de los primeros mensajes que la actual presidenta del Consello Regulador de la Denominación de Origen Monterrei, Asunción Rodríguez Zarraquiños, insistió en dejar claro en la última de nuestras charlas: "La mujer siempre tuvo una gran importancia en este sector, y su labor siempre estuvo demasiado oculta". Quizás por comenzar a restañar tal agravio, o simplemente porque la figura de Isabel Alonso lo merece, con independencia de cuál hubiese sido su género en el momento de llegar hasta las tierras de Oímbra, esta ya jubilada a disgusto por culpa de sus maltrechas rodillas -"estiven traballando ata hai dous anos", ¡y tiene 83!- integrará el próximo viernes el elenco de nuevos cofrades de la Denominación, como merecido reconocimiento no sólo a su trabajo, esfuerzo y dedicación, sino también a su carácter absolutamente visionario y emprendedor.

No en vano fue la primera mujer productora que incluyó su cosecha en la Denominación allá por 1994 pero ya mucho antes, "e en vida do meu marido, fomos os primeiros en utilizar a herbicida nas viñas. Veu un señor de Pamplona que alá nos convenceu para facer unha máquina que nos permitira darlle a herbicida a tres vieiros de cada lado". Fueron, ella y su marido, que nunca falta en el relato, precursores: "Ó Gelucho hanlle de secar os bacelos, dicían os veciños. Nós, por se acaso, só lle demos a parte dunha viña para ver como resultaba".

Una aventurera

Concentrar su vida, su relato y su experiencia obliga a un elevado ejercicio de concreción. Quizás bastará con enumerar los datos que casi de carretilla suelta para que el lector conforme el perfil de esta aventurera y sus viajes por el mundo. En sus viajes, ha visitado Paraguay, Argentina, Brasil, Tánger o algunos europeos,como Italia. Puede que se tratase del merecido premio a una vida que comenzó siendo difícil ya muy joven: "Tiña 15 anos e morreu miña nai con 53, eramos seis irmáns, e fun eu quen se tivo que pór ó fronte de todos eles, sen as comodidades que hai arestora, por entón a única cociña que existía era a lareira".

Ya con su marido, estableció una perfecta sintonía que le dio "tres fillos que son maravillosos, e moito traballo, pero non me arrepinto de ter traballado tanto como o fixen". Porque realmente lo hizo. Cuando ni tan siquiera existían elementos mecánicos, esto es, "só co pobre daquel macho, recollíamos 3.000 olas de viño -multipliquen los no iniciados por 16 litros cada una de ellas- e aínda vendíamos uvas. Recordo que viñan por viño uns de Vigo nun camión e levaban 900 olas. Pasabamos un día enteiro e ata media noite medindo cántaro a cántaro". No lo dice ella pero se aventura quien suscribe, ¡eso sí era trabajar! No les cuento "os palleiros que se facían de vides para logo queimar ni o traballiño que daba darlle o sulfato a máis de 30 viñas coas aquelas máquinas de motor. Era eu quen lle apañaba todo o sulfato tanto o meu home -una vez más vuelve a su relato- coma ó meu irmán solteiro que tamén moito nos axudou". Fue mencionado con anterioridad, pero Isabel también fue madre, de tres retoños, que dejan las tardes libres de sus ocupaciones para "vir traballar tamén, lévano no sangue, coma min e o meu home".

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